El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 15 de febrero de 2015

Asalto al distrito 13



Dirección: Jean-François Richet.
Guión: James DeMonaco.
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Robert Gantz.
Reparto: Laurence Fishburne, Ethan Hawke, Maria Bello, Drea de Matteo, John Leguizamo, Aisha Hinds, Gabriel Byrne, Brian Dennehy, Fulvio Cecere, Kim Coates, Matt Craven.

Es el día de fin de año y también el último día para la comisaría del distrito 13, que cierra definitivamente. El sargento Jake Roenick (Ethan Hawke), el oficial Jasper OShea (Brian Dennehy) y la secretaria Iris Ferry (Drea de Matteo) piensan pasar una noche tranquila celebrando el año nuevo. Pero todo se tuerce cuando un autobús que llevaba a la cárcel a un peligroso delincuente tenga que refugiarse en la comisaría hasta que amaine el temporal.

Asalto al distrito 13 (2005), para quién no lo supiera, no es más que un remake del film de John Carpenter Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976), que a su vez se inspiraba en el western Río Bravo (1959) de Howard Hawks. Como se ve, la moda de hacer nuevas versiones de películas clásicas es tan antigua casi como el cine mismo. Sí que es verdad que últimamente, cuando el talento y la imaginación andan escasos, parece que Hollywood es más propenso a este tipo de tendencia, así como a secuelas, precuelas y sagas. Por desgracia, estas modas no suelen aportar nada realmente que valga la pena, que mejore a su modelo o que sorprenda por su originalidad. En Asalto al distrito 13 tenemos un buen ejemplo de ello.

La impresión que tuve durante la primera media hora de la película es que parecía casi una parodia o una especie de broma; tan mal estaba planteado el arranque del film, tan malos eran los diálogos y tan poco convincente era todo el montaje inicial. Durante ese parte de la película, Richet intenta ponernos en situación presentándonos a los personajes; sin embargo, es todo tan precipitado, tan rutinario, tan lleno de frases y situaciones hechas, tan banal, que personalmente me costaba tomármelo en serio.

Luego, la parte central, el asalto a la comisaría, tampoco es que nos depare nada realmente original. El hecho de reunir a los protagonistas en la comisaría previo el desarrollo del conflicto resulta un tanto forzado, en especial la presencia de la psicóloga Alex (Maria Bello), cuya llegada está claro que sólo tiene la función de aportar algo de tensión sexual entre tanta violencia, como también sucede con el personaje de Iris. El desarrollo del "sitio" tampoco aporta nada nuevo; todo en él es bastante predecible; así como forzado y muy poco creíble es que el sargento entregue armas a un grupo de delincuentes de los que se podría esperar cualquier reacción, en especial del mafioso Marion Bishop (Laurence Fishburne), un tipo que con sólo mirarle a los ojos ya te mueres de miedo.

Por culpa de un guión, como vemos, tan rematadamente malo, la película carece de una verdadera tensión. Todo, salvo el personaje de Maria Bello quizá, resulta bastante predecible y las reacciones de los sitiados carecen de fuerza y hasta de interés, en parte por la nula labor de presentación de los personajes, que quedan reducido a clichés sin mucho interés, en parte por unas carencias evidentes del director a la hora de dramatizar los miedos de los protagonistas y explotar convenientemente las posibilidades dramáticas de la situación.

Ante un guión tan poco inspirado, solamente nos queda un punto de salvación: que la parte meramente de acción esté resuelta con acierto. Pues no, de nuevo la película resulta decepcionante. En este caso por culpa del director, que no encuentra otro recurso para representar las escenas de acción que el mover la cámara como un poseso, confundiendo la confusión que produce esta técnica con tensión. Tampoco es demasiado creíble que los malos se dediquen a asaltar la comisaría de uno en uno, dando siempre la oportunidad a los sitiados de recomponer filas y defenderse con cierto orden.

Como es de esperar, el desenlace no solo no mejora todo lo anteriormente visto, sino que cae en vulgaridades bastante previsibles y muy poco afortunadas.

De tanta tontería junta quizá lo único que podamos salvar es el trabajo de Laurence Fishburne, que compone a un villano de lo más convincente. Ethan Hawke no hace el mejor trabajo de su carrera, aunque tampoco defrauda. Del resto, ya no podemos decir lo mismo, con algunas secuencias en las que alguno se pasa bastante sobreactuando.

Definitivamente, una mala película. El planteamiento puede parecer algo forzado, es verdad, pero también lo es que la historia daba muchísimo más de sí de lo que Richet y su equipo han sabido sacar.

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