El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 22 de febrero de 2015

Los mercenarios 2



Dirección: Simon West.
Guión: Richard Wenk, Sylvester Stallone (Historia: Ken Kaufman, David Agosto, Richard Wenk).
Música: Brian Tyler.
Fotografía: Shelly Johnson.
Reparto: Sylvester Stallone, Jason Statham, Dolph Lundgren, Terry Crews, Randy Couture, Yu Nan, Jean Claude Van Damme, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Chuck Norris, Jet Li, Liam Hemsworth, Scott Adkins, Charisma Carpenter.

Barney Ross (Sylvester Stallone) y su grupo de mercenarios reciben un encargo aparentemente sencillo: recuperar una misteriosa caja de los restos de un avión accidentado. Sin embargo, cuando parece que han terminado la misión, un peligroso terrorista, Villain (Jean-Claude Van Damme), les está esperando para arrebartarles la caja... y algo más.

El argumento de Los mercenarios 2 (2012) es lo de menos. Y mejor así, porque la trama de la película es absurda, tópica y predecible a más no poder. Lleno de lugares comunes, giros mil veces vistos en otros films, villanos de pacotilla, personajes que no son más que meros clichés andantes, parodiándose a sí mismos con descaro y escasa sutileza, un final más que esperado y sin la más mínima sorpresa... el argumento es un cúmulo de memeces sonrojante. Pero, ¿a quién le importa? Cuando uno se sienta en el sillón a ver una película como ésta es que ya asumido que va a presenciar un número circense a mayor gloria de los efectos especiales, la glorificación de la testosterona y el engrandecimiento de una violencia excesiva.

No puedo decir que la película me gustara. Tampoco puedo valorarla como un entretenimiento aceptable. La verdad es que tanta violencia gratuita es algo que debería repugnarnos. No termino de entender el motivo por el que nos escandalizamos ante un desnudo o una escena de sexo algo esplícita y sin embargo admitimos sin reservas el presenciar puñaladas brutales y muertes a mansalva como lo más natural del mundo. Pero el caso es que es así. Y si comprendemos que estamos ante un mero film de acción auto paródico, si admitimos que todo no es más que un cúmulo de coreografías más o menos acertadas y si reconocemos que tanta muerte por segundo termina por perder parte de su significado final para convertirse en un condimento más del cóctel, podemos terminar por dejar pasar la cinta como un pasatiempo insustancial, sin más.

Con todo, hay que reconocer que el ritmo es trepidante, los efectos especiales asombrosos y, sobre todo, el film se recrea en pequeños guiños al pasado de sus intérpretes que otorgan cierta pimienta al conjunto. Lástima que el humor no brille más, que no esté tan presente como las frases lapidarias tan poco afortunadas que pueblan unos diálogos pueriles. Sólo viendo la película como una burla de sí misma podemos entenderla y aceptarla.

En el reparto, los tipos duros de mucha serie B y viejas glorias reunidas en una especie de auto homenaje sensiblero. La verdad es que Stallone aún aguanta como tipo duro al lado, por ejemplo, de Jason Statham; lo mismo podríamos decir de Chuck Norris o Bruce Willis. Sin embargo, cuesta ver el declive físico de Jean Claude Van Damme, que compone un villano bastante convincente, eso sí.

En fin, algo debe tener esto del cine de acción cuando películas como ésta crean sagas, al igual que Rambo en su momento. No se si va con la naturaleza humana disfrutar con estos rituales guerreros, quizá sea cosa de nuestro pasado remoto. Pero, en sentido estricto, pienso que estos subproductos tienen muy poco de cine.

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