El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 28 de febrero de 2015

Vinieron del Espacio (Llegó del más allá)



Dirección: Jack Arnold.
Guión: Harry Essex (Historia: Ray Bradbury).
Música: Irving Gertz y Henry Mancini.
Fotografía: Clifford Stine.
Reparto: Richard Carlson, Barbara Rush, Charles Drake, Joe Sawyer, Russell Johnson, Kathleen Hughes.

John Putnam (Richard Carlson), un astrónomo aficionado, y su novia Eilen (Barbara Rush) están contemplando las estrellas cuando, de repente, ven cruzando el cielo algo que parece un meteorito. Sin embargo, cuando John inspecciona el lugar donde impactó el objeto, descubrirá que se trata de una extraña nave extraterrestre.

Vinieron del Espacio (1953) es una de esas curiosas cintas de serie B que hoy en día miramos con una gran sonrisa en los labios. Intentamos no reírnos abiertamente de su argumento, fingimos sentir algo de miedo, pero en el fondo, nuestra mirada no es ni más que menos que la de cualquiera que se reencuentra con un viejo juguete de la infancia.

La ciencia ficción es un género que nos ha dejado auténticas joyas a lo largo de la historia. Pero por lo general, son películas que no han resistido demasiado bien el paso de los años. Al jugar con teorías futuristas y mensajes amenazantes sobre el destino de la humanidad, el paso del tiempo ha dejado muchas veces en evidencia sus lúgubres ensoñaciones. Y si nos remontamos a la época clásica del cine americano, nos podemos encontrar con rarezas como esta Vinieron del Espacio, pioneras del género y clásicas muestras de un pasado lleno de ingenuidad y simpleza.

Porque ingenuo y simple a más no poder es el argumento de esta película. Una raza extraterrestre que, camino de otro planeta, debe hacer un alto en la tierra por culpa de una avería. Y una vez aquí, mientras reparan la nave, secuestran a unos cuantos humanos como supuesta advertencia para que no se metan en sus asuntos. La verdad, es que, lo mires como lo mires, el argumento es increíble y un tanto absurdo. Pero imagino que en aquellos momentos y en películas de presupuestos más que limitados, la historia no daba para mucho más. De los diálogos se podrían decir muchas cosas, pero lo mejor será no hacer demasiada sangre con ellos; solo constataremos que, como todo en esta cinta, van directo al grano, sin sutilezas ni adornos. Solamente un par de frases (la alusión a la araña y la llamada al extraterrestre en el desierto) parecen destacar un poco en medio de un desierto de conversaciones un tanto rudimentarias. Y lo mismo pasa con los decorados, la música, la ambientación.... todo en esta película roza lo ridículo, pero siempre, y esto es importante, con un aire de seriedad, de dignidad. Es un film de escasos medios pero que se lo toma en serio. Incluso estaba dotado de tecnología 3D, una moda que parece volver a visitarnos de tanto en tanto.

Otra cosa es que el paso del tiempo le haya jugado una mala pasada, más casi que la escasez de recursos. Los efectos especiales son de lo más limitados y el monstruo extraterrestre es patético. Hemos de ser de los más benevolentes para intentar no partirnos de risa y seguir la historia con cierto interés. Historia que contiene, como suele ser habitual en el género, cierta moraleja, tan sencilla como la película misma, y es que la humanidad aún no está preparada para recibir cierto tipo de visitas.

En cuanto al reparto, más serie B: rostros poco conocidos con actuaciones un tanto acartonadas.

Y aún así, a pesar de todas las limitaciones y defectos de la película, uno termina reconociendo que ha pasado un buen rato, fruto sobre todo de la sonrisa de complicidad que nos despierta tanta ingenuidad, tanta sencillez. Es un film artesanal, rudimentario, y ahí radica su gracia. Hoy en día ya no lo vemos con la mirada de miedo y sorpresa que quería provocar en el espectador de su época, pero ha ganado cierto peso fruto precisamente de lo vulgar y ridícula que resulta hoy en día su antigua modernidad y sus modestas pretensiones.

Una curiosidad.

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