El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 15 de abril de 2017

El honor de los Prizzi



Dirección: John Huston
Guión: Richard Condon y Janet Roach (Novela: Richard Condon)
Música: Alex North
Fotografía: Andrzej Bartkowiak
Reparto: Jack Nicholson, Kathleen Turner, Anjelica Huston, Robert Loggia, John Randolph, William Hickey, Lawrence Tierney, Lee Richardson

Charley Partanna (Jack Nicholson) es el brazo ejecutor de la familia mafiosa Prizzi y ha estado comprometido con la misma nieta del Don (William Hickey), Maerose (Anjelica Huston). Sin embargo, Charley acabará enamorándose perdidamente de una misteriosa mujer que conoce en una boda. Lo que no sabe es que es una asesina profesional que ha trabajado para la propia familia Prizzi.

Para cualquiera que afronte el proyecto de realizar un film sobre la mafia sabe que la sombra de El padrino es demasiado imponente como para despreciarla. No sé si por eso, un veterano John Huston, rondando los ochenta años, decidió hacer con El honor de los Prizzi (1985) una parodia del cine de gánsters antes de abordarlo de un modo más clásico. El caso es que la película está dominada por un tono cómico y es evidente la parodia de la sublime obra de Coppola, aludida en múltiples referencias. Sea como fuere, el caso es que es ese tono cómico el principal problema con el que me encuentro a la hora de valorar la película. Y es que, aunque es cierto que se puede y se debe reír uno de cualquier cosa, lo cuál es muy sano, no sé si este tono ligero casa muy bien con el argumento de El honor de los Prizzi, o tal vez sea que no he apreciado del todo los guiños humorísticos, algunos de los cuales no me hicieron ni pizca de gracia. El caso es que me cuesta mucho adentrarme en la trama de un modo serio, tomarme la película como una verdadera historia de mafiosos y me quedo algo distante del espectáculo, con media sonrisa en los labios, a veces, pensando que estoy ante algo artificial, una especie de broma que, para algunos, será muy divertida pero a la que me cuesta tomar en serio, valga la paradoja.

Pero más allá de que el tratamiento guste más o menos, creo que la película de Huston flaquea en otros puntos, lo que hace que en conjunto me parezca un mero pasatiempo menor, sin que llegue a entender lo que la hizo meritoria de nada menos que ocho nominaciones a los Oscars.

Por un lado, creo que los personajes están tratados de un modo bastante superficial, tanto Charley como Irene (Kathleen Turner), que sufren un golpe de enamoramiento tan repentino como increíble; y lo mismo sucede con el resto de secundarios. Y con ello, se refuerza el tono casi irreal de la película, pues cuesta involucrarse con unos personajes que no terminan de concretarse. Quizá sea el personaje de Anjelica Huston, ganadora del único Oscar (mejor actriz secundaria) que finalmente se llevó la película, el único que se libra de esa simpleza, pues encarna a una astuta y fría mujer fatal, precisa y calculadora, en la sombra, pero sabiendo mover los hilos necesarios cuando hace falta. Tampoco escapa al tono paródico, algo excesivo y teatral, pero al menos la figura de la actriz dota de fuerza y verdadera entidad a su inquietante personaje, sobreponiéndose a la caricatura.

Y esa sensación de superficialidad me sucede con otros aspectos de la película, como algunas secuencias que se terminan de un modo un tanto brusco, como si las cortaran a propósito, con esa sensación de prisa, de enlazar sin más una secuencia con la siguiente de manera algo precipitada. Es posible que se trate de un problema de montaje, aunque no lo creo, pues incluso algunos diálogos parecen algo abruptos y te quedas con la sensación de que muchos detalles de la película se han quedado a medias.

Con sus defectos a cuestas, El honor de los Prizzi es un film entretenido, un pasatiempo con algunos buenos momentos que te puede gustar más si no te lo tomas demasiado en serio. Puede que ahí está la clave para disfrutarla más plenamente: olvidarse de las nominaciones, del apellido del director y del reparto para verla como lo que pienso que realmente es: una pequeña broma sobre el género de la mafia, un pasatiempo inocente, un vehículo para parodiar el cine negro sin demasiadas pretensiones, tan solo entretener.

No hay comentarios:

Publicar un comentario