El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 23 de abril de 2017

Malas Influencias



Dirección: Curtis Hanson.
Guión: David Koepp.
Música: Trevor Jones.
Fotografía: Robert Elswit.
Reparto: Rob Lowe, James Spader, Lisa Zane, Marcia Cross, Tony Maggio, Christina Clemenson, Kathleen Wilhoite, Sachi Parker.

Michael Boll (James Spader) es un joven ejecutivo con un carácter débil que hace que no sea capaz de enfrentarse a nada ni a nadie, llevando una vida que no le satisface. Una noche, por casualidad, conocerá a Alex (Rob Lowe), un vividor que le enseñará un mundo completamente nuevo para él, convirtiéndose en su amigo y mentor.

Para aquellos a los que les haya gustado L.A. Confidential (1997), sin duda la mejor película de Curtis Hanson, pueden ver en  Malas influencias (1990) uno de sus primeros thrillers, donde el director parece que aún no le ha cogido el pulso al que fue su género preferido. Y es que Malas influencias es una película bastante floja, en gran parte pro culpa de un guión que demuestra una clara falta de originalidad en todos sus elementos.

La relación entre el apocado Michael y el vividor Alex nos recuerda demasiado, en especial cuando Alex decide echarle una mano a su nuevo amigo para que se cumplan sus deseos, al argumento de Extraños en un tren (1951). Y es que, en efecto, el hilo argumental de Malas influencias parece una copia del clásico de Hitchcock, con una puesta al día que añade ciertas dosis de sexo y drogas, más acorde con la época actual. Sin embargo, Hanson se queda lejos de su modelo y su película resulta un poco desangelada, tanto por unos diálogos sin mucha fuerza como por la impresión general de que a la puesta en escena le falta algo, pues todo, desde los decorados hasta las actuaciones de los protagonistas, resulta un tanto pobre, sin lograr en ningún momento un resultado redondo, convincente.

Y si la puesta en escena no resulta demasiado lograda, el final es lo que termina por desmoronarlo todo, por previsible, por poco original y por la sensación de chapucero, sin que resulte para nada creíble. Es un punto y final un tanto tosco para un film que se queda en un quiero y no puedo y donde la supuesta transgresión de las normas por parte de Michael se queda en casi nada, primando por encima de todo un mensaje final demasiado moralista, tramposo y que huele a componenda.

Así pues, Malas influencias no deja de ser un film menor, mero entretenimiento de serie B, que sin duda no nos dejará un muy buen sabor si somos de los que no nos contentamos con cualquier cosa.

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