El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 16 de julio de 2017

El cabo del miedo


Dirección: Martin Scorsese.
Guión: Wesley Strick (Novela: John D. MacDonald).
Música: Elmer Bernstein y Bernard Herrmann.
Fotografía: Freddie Francis.
Reparto: Robert De Niro, Nick Nolte, Jessica Lange, Juliette Lewis, Robert Mitchum, Gregory Peck, Joe Don Baker, Illeana Douglas.

Max Cady (Robert De Niro) es puesto en libertad tras cumplir catorce años de condena por agresión sexual. Y su única idea es vengarse de su abogado defensor (Nick Nolte), pues mientras estuvo en prisión descubrió que su defensa no había sido todo lo eficaz posible, ocultando pruebas que le podrían haber reducido la condena.

El cabo del miedo (1991) es un remake de la película El cabo del terror (J. Lee Thompson, 1962) y viene a demostrar una vez más el dicho de que segundas versiones nunca fueron buenas, salvo algunas contadas excepciones. Y es que a veces sencillamente no se entiende muy bien el motivo de volver sobre una buena película para ofrecer una versión actualizada que no aporta nada nuevo, además de tener que sufrir la terrible comparación. La única explicación que se me ocurre es un interés monetario además de una falta de ideas.

Y eso que en esta ocasión al frente de la película tenemos nada menos que a Martin Scorsese, que además se rodeó de un elenco de actores de lo mejor de la época, empezando por Robert De Niro, cuando éste aún se tomaba en serio su trabajo, que está soberbio en la piel del villano de turno, componiendo un malvado de los que te pone los pelos de punta. Su trabajo mereció una nominación al Oscar. La otra nominación que recibió la película fue para Juliette Lewis, sin duda la gran sorpresa, con un trabajo impecable a pesar de su juventud. Como guiño a la película de 1962, aparecen también  brevemente Robert Mitchum y Gregory Peck, que encarnaban al criminal y al abogado, respectivamente, en la película de J. Lee Thompson.

Y en realidad, el reparto es lo único destacable de El cabo del miedo, pues todo lo demás es de un nivel bastante elemental, empezando por un guión de lo más previsible y que además no cuida especialmente los diálogos, que resultan bastante vulgares. No es nada complicado ir anticipándonos a los acontecimientos, con lo que la emoción pierde puntos de forma evidente. El único interés, por lo tanto, residirá en disfrutar del buen trabajo de De Niro y Juliette Lewis, un regalo para el espectador.

Incluso el trabajo de Scorsese me pareció de un nivel bastante pobre, ya desde el comienzo, con la presentación de los protagonistas, que se desarrolla de un modo tan rutinario como desganado, con situaciones del todo carentes de interés y conversaciones banales, como si se tratara de un mero trámite que hay que pasar para llegar a lo que realmente parece que le interesa al director: las escenas más dramáticas, donde Scorsese no duda en cargar las tintas intentando que en ellas recaiga todo el peso del drama. Sin embargo, tampoco aquí encuentro que dé en el clavo, pareciéndome en algunas ocasiones que exagera demasiado, como en el disparatado final, una secuencia cargada de excesos donde Scorsese no duda en alargar una intriga inexistente con el fin, imagino, de poner un broche de oro a la historia. ¿El resultado? un final forzado y con algunos detalles incomprensibles.

Y esto me sirve para hacer una pequeña crítica hacia un director que si en los años setenta del siglo pasado nos brindó algunas películas excepcionales, como Taxi Driver o Toro salvaje, luego fue jalonando su carrera con títulos mucho menos interesantes, apoyado en la reputación ganada anteriormente pero que muchas veces resultaban decepcionantes, como es el caso que nos ocupa. Y es que El cabo del miedo no deja de ser un film menor, muy bien arropado en cuanto a actores, pero sin la brillantez que hubiera sido deseable.

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