El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 1 de julio de 2020

Código de defensa



Dirección: Kasper Barfoed.
Guión: F. Scott Frazier.
Música: Paul Leonard-Morgan.
Fotografía: Óttar Guónason.
Reparto: John Cusack, Malin Akerman, Liam Cunningham, Richard Brake, Bryan Dick, Finbar Lynch, Lucy Griffiths, Joey Ansah, Victor Gardener, Hannah Murray. 

Tras una misión especialmente traumática, donde una niña muere, el agente especial Emerson Kent (John Cusack) es enviado a un destino más tranquilo para que intente recuperarse: custodiar a una cifradora de claves en una remota estación secreta en Inglaterra.

Código de defensa (2013) tiene uno de esos planteamientos interesantes que nos invitan a participar de los serios problemas de los protagonistas, encerrados en un búnker, sin saber quienes ni por qué los amenazan y con escasas perspectivas de sobrevivir. Un planteamiento sin duda atractivo pero que condiciona siempre el resultado final: si el desarrollo y desenlace mantienen el nivel, la película funciona; si no, fiasco total.

Para empezar, para mí, Código de defensa dista mucho de ser un fiasco. La intriga funciona correctamente, si bien en este tipo de films tenemos ciertas certezas sobre el destino final de los protagonistas, lo que rebaja un poco el nivel de tensión. Es verdad que el guión no es capaz de moverse con total originalidad y cae en algunos tópicos muy vistos, como el del agente traumatizado que ha de espantar sus demonios; pero en general juega con acierto sus bazas, en especial cuando casi todo el desarrollo tiene lugar en un espacio cerrado con nuestros dos protagonistas copando la mayor parte del metraje. Hay que saber dosificar bien los tiempos para no caer en escenas muertas que corten el ritmo y aquí tanto el guión como el director resuelven con acierto el reto.

También me pareció bastante acertado el recurso de los audios, acompañados de flashbacks, para ir desvelando lo acontecido en el búnker que además, con el juego de luces y sombras, Kasper Barfoed sabe convertir en un escenario amenazador y misterioso. Incluso se introduce una leve sombra sobre el comportamiento de Emerson Kent, que añade cierta intriga adicional. Es un buen recurso, aunque siempre supeditado a la mayor o menor credulidad del espectador.

Pero también es cierto que el planteamiento, tanto los problemas de conciencia del protagonista como la trama, bien analizado, no termina de resultar del todo convincente; es todo demasiado simple, demasiado esquemático como para que podamos tomarlo en serio completamente. Al final, nos quedamos con la lucha de los protagonistas por su vida y todo lo demás termina siendo bastante secundario. Y tampoco el final es especialmente brillante, es cierto. 

En cuanto al reparto, protagonismo casi completo para John Cusack y Malén Akerman. El primero es un actor que desde siempre me ha parecido dotado de un gran talento. Sin embargo, en esta ocasión no me gustó especialmente. Me dio la sensación de que pasaba un poco superficialmente por su personaje. Malén, lejos de sus papeles más "decorativos", resulta mucho más convincente. Quizá sean los malos los que mejor casen con sus papeles, aún siendo breve su presencia.

A pesar de sus limitaciones, Código de defensa me resultó un film entretenido. No podemos pedirle más de lo que es pero, en su medida, cumple con lo que se propone.

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