Dirección: Adrian Lyne.
Guión: James Dearden.
Música: Maurice Jarre.
Intérpretes: Michael Douglas, Glenn Close, Anne Archer, Ellen Hamilton Latzen, Stuart Pankin, Fred Gwynne, Anna Thomson.
Dan Gallagher (Michael Douglas), abogado de mediana edad, casado, tiene una aventura de un fin de semana con Alexandra Forrest (Glenn Close), una mujer a la que conoció en una fiesta. Para Dan es solo una simple aventura, pero Alexandra parece obsesionarse con él.
La primera idea que me viene a la cabeza viendo Atracción fatal (1987) es la de un Hollywood moralista y misógino que nos previene de los peligros de atentar contra la sagrada institución del matrimonio. En resumidas cuentas, la película no parece más que una severa advertencia hacia aquellos hombres que pueden desear pasar un rato agradable engañando a sus esposas.
El problema es que se recurre a un planteamiento completamente exagerado, lo que no parece la mejor manera de defender la hipótesis de la castidad matrimonial. El personaje de Alexandra está fuera de toda mesura y, como en una película de terror, va adquiriendo poco a poco unos matices cada vez más irracionales y peligrosos. No hay explicaciones ni justificaciones a su locura, lo que interesa es más advertir de las posibles y terribles consecuencias de una infidelidad que analizar en profundidad la naturaleza de Alex.
Como tampoco parece importar demasiado centrarse en la frivolidad de Dan y su comportamiento egoísta, al no dudar en aprovechar la ausencia de su esposa para satisfacer sus deseos. Simplemente se le castiga y con ello se refuerza la idea de la familia como el lugar ideal y sagrado que debe preservarse por encima de todo. Dan, finalmente, aprende la lección y a nadie le quedará la más mínima duda de que en el futuro evitará nuevas aventuras.
En un principio, el guión era más equitativo a la hora de definir a los dos amantes, pero poco a poco se fueron recargando las tintas en el personaje de Alex, que se quedaría para siempre como una de esas malvadas del cine que se ganan un puesto de honor en nuestro imaginario.
El final de la película, con la progresiva agresividad irracional de Alex, convirtiéndose en una auténtica lunática peligrosa, aumenta la sensación de irrealidad del argumento, que va derivando más y más hacia una especie de film de terror.
Por cierto, en el guión original, Alex terminaba suicidándose, pero en el pase previo ese desenlace no gustó al público y se cambió finalmente por el actual.
Glenn Close, que ya había recibido tres nominaciones al Oscar por El mundo según Garp (1980), su debut en el cine, Reencuentro (1981) y El mejor (1984), saltó definitivamente a la fama con su papel de Alex, en el que realizó de nuevo una magnífica interpretación que le valió una cuarta nominación.
Atracción fatal no es, definitivamente, un gran film, pero el hecho de una cuidada producción, unos buenos actores, toda la maquinaria de Hollywood y el tema de la infidelidad, con su innegable atractivo, lograron que fuera una de las películas más taquillera del año.
Recibió seis nominaciones a los Oscars, aunque no ganó ninguno.
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