Dirección: Frank Lloyd.
Guión: Talbot Jennings, Jules Futhman y Carey Wilson (Libro: Charles Nordhoff y James Norman Hall).
Música: Herbert Stothart.
Fotografía: Arthur Edeson.
Reparto: Charles Laughton, Clark Gable, Franchot Tone, Herbert Mundin, Eddie Quillan, Dudley Digges, Donald Crisp, Henry Stephenson, Francis Lister, Spring Byington, Movita, Mamo.
Durante un viaje a Tahití en busca del árbol del pan, la crueldad y tiranía del capitán Bligh (Charles Laughton) va socavando la lealtad de gran parte de la tripulación y del segundo de abordo, Fletcher Christian (Clark Gable), que terminará amotinándose contra su capitán.
La tragedia de la Bounty (1935) es, a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno, un clásico del género de aventuras, con toda la épica y el perfecto estilo que regía el género en aquellos años.
Se trata de la primera adaptación al cine del libro de Charles Nordhoff y James Norman Hall y, sin duda, es la mejor versión. Rebelión a bordo (Lewis Milestone, 1962) y Motín a bordo (Roger Donaldson, 1984) son adaptaciones posteriores del mismo libro.
El argumento gira en torno al trato que recibían los marineros en los buques británicos a finales del siglo XVIII. Muchos eran enrolados a la fuerza o como pago de su condena por ciertos delitos, con lo que eran tratados sin ninguna consideración. En el caso del capitán Blight, la crueldad era constante y desmedida. El miedo y el castigo extremo eran las armas de Blight para asegurarse una disciplina fuera de cualquier vacilación.
No deja de sorprender la maestría de la puesta en escena para los limitados medios con que contaba el cine por aquellos años. Las secuencias de tormentas, por ejemplo, siguen siendo hoy perfectamente válidas y, más allá de los detalles técnicos, son un ejemplo de tensión dramática, contención narrativa y eficacia. Considero que en la actualidad, con más y mejores medios, el cine ha perdido el efecto que se lograba entonces; la técnica ha terminado por imponerse a la expresividad, ganando el sitio de honor en detrimento de la finalidad última de su utilización.
Frank Lloyd, para algunos en su mejor película, logra mantener un ritmo constante y una tensión que solo sufre pequeños altibajos en el tramo final, donde quizá no se saca todo el partido a la parte del juicio. Pero es admirable cómo sabe manejar los tiempos y, a pesar de la larga duración del relato, no permite tiempos muertos.
El otro gran soporte de La tragedia de la Bounty es el excelente reparto, con un cuidado elenco de secundarios pero, sobre todo, con la presencia de Charles Laughton, un actor soberbio que dota de absoluta credibilidad a su personaje, convirtiendo al capitán Blight en un ser odioso sin ningún tipo de excesos. A su lado, el maravilloso Clark Gable, con su poderosa presencia; a pesar de ser un fan de Marlon Brando, el Fletcher Christian de Gable me parece mejor que el de Brando.
Ejemplo de buen cine, donde se consigue un perfecto equilibrio entre el mensaje y el espectáculo, La tragedia de la Bounty conserva sin arrugas todas las virtudes de su estreno, convirtiéndose en una referencia del género.
Ganó un solo Oscar, a la mejor película en 1936, de sus ocho nominaciones.
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