El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 6 de septiembre de 2021

La delicadeza



Dirección: David Foenkinos y Stéphane Foenkinos.

Guión: David Foenkinos (Novela: David Foenkinos).

Música: Emilie Simon.

Fotografía: Rémy Chevrin.

Reparto: Audrey Tautou, François Damiens, Bruno Todeschini, Mélanie Bernier, Joséphine de Meaux, Pio Marmai, Monique Chaumette, Marc Citti.

Cuando su marido François (Pio Marmai) muere víctima de un atropello, Nathalie (Audrey Tautou) se queda completamente perdida y se refugia en su trabajo para mantenerse ocupada. A pesar del paso del tiempo, Nathalie parece no tener ningún interés en rehacer su vida, hasta que un día, inesperadamente, besa a Markus (Françios Damiens), un compañero de trabajo. 

A menudo cuesta salirse de lo trillado, de los clichés que se adueñan fácilmente de cualquier género. La comedia romántica me parece especialmente susceptible de caer en banalidades. Por ello, la primera impresión que me causa La delicadeza (2011) es de cierto agrado, pues David Foenkinos logra hilvanar un relato diferente, que se sale de lo que tantas veces hemos visto.

La historia de Nathalie está narrada con buen gusto e imaginación, dejando de lado el camino más fácil. David Foenkinos demuestra poseer una sensibilidad especial y nos ofrece algunos momentos muy hermosos, cargados de cierto toque poético (esencialmente recuerdo, pero no es el único, el final de la película, con la voz en off de Markus en un discurso sencillo y muy hermoso que constituye un desenlace perfecto) y otros de una intensidad abrumadora construidos con lo mínimo indispensable. 

Pero también es cierto que a veces puede resultar desconcertante el devenir de los acontecimientos y también he tenido la sensación de que el guión peca a veces de rebuscar las situaciones de manera algo forzada. Por ello, con la constatación de que Foenkinos puede ofrecernos algo mejor, se hace más imperdonable que a veces se pierda en escenas un tanto vulgares, que rompen en cierta manera el climax delicado y sensible que domina los mejores momentos de la película. No sé si es algo hecho a propósito, para no cargar demasiado las tintas y aligerar el discurso, pero a veces sentía casi cierto enfado por romperse el hilo del relato con momentos que La delicadeza parecía no merecerse.

Y son esos momentos un tanto rebuscados los que complican que podamos adentrarnos más en los personajes, pues algunos comportamientos me resultaban desconcertantes. Me daba la impresión de que en ese punto, el guión buscaba más la originalidad, a veces algo forzada, que un acercamiento más sincero hacia los personajes, lo que no deja de penalizar un tanto la intensidad del romance de Nathalie y Markus. Davis Foenkinos parece que optó más por el lado cómico y es algo que creo que no hacía falta en este caso.

Así todo, la sensación final es que asistimos a un film diferente, que no busca contarnos algo de manera rutinaria, sino que el autor ha intentado hacer algo creativo, original, sensible y hemos de agradecer que en una época en que el cine parece orientarse sin complejos hacia lo meramente estereotipado en busca del resultado económico fácil, La delicadeza se salga del guión y se presente como el casi actualmente olvidado cine de autor.

En cuanto al reparto, Audrey Tautou está bien, cumple con su papel y resulta más que creíble, con algunos momentos en que nos contagia su tristeza con una precisión absoluta. Pero también hay cierta reiteración en presentarla como una mujer excepcional, con un imán irresistible con los hombres, lo que me resulta un tanto exagerado, pues la veo como una mujer interesante, pero no especialmente hermosa. En cuanto a François Damiens, hasta ahora totalmente desconocido para mí, he de reconocer que, sin poseer un encanto particular, resulta también absolutamente convincente, con una naturalidad envidiable.

La delicadeza, en rersumen, merece ser tenida en cuenta. Sin lograr la excelencia en todo su metraje, ofrece un relato diferente y sensible que nos reconcilia con la comedia romántica.

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