El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 19 de agosto de 2021

El mejor



Dirección: Barry Levinson.

Guión: Roger Towne y Phil Dusenberry (Novela: Bernad Malamud).

Musica: Randy Newman.

Fotografía: Caleb Deschanel.

Reparto: Robert Redford, Glenn Close, Robert Duvall, Kim Basinger, Wilford Brimley, Alan Fudge, Joe Don Baker, Barbara Hershey, Richard Farnsworth, Robert Prosky.

Roy Hobbs (Robert Redford) ha nacido con un talento natural para el beisbol. Desgraciadamente, no será hasta la treintena cuando logre jugar en primera división, asombrando a todos con su juego.

El mejor (1984) es una película de Robert Redford, hecha para su lucimiento personal. En apariencia, parece que nos propondrá la consabida historia de una estrella del deporte; sin embargo, pronto vemos que parece que esconde algo más.

El comienzo de El mejor es lo más interesante del film y donde reside la clave para que la película me intrigara lo suficiente como darle una oportunidad. Me refiero claramente al momento en que el joven Roy parte para pasar unas pruebas que lo pueden llevar a un equipo profesional de beisbol, su gran sueño, y en el viaje conoce a una enigmática mujer, Harriet Bird (Barbara Hershey), que acabará disparándole en el estómago.

Este detalle es sorprendente y da un giro del todo inesperado a la película. A partir de aquí, quedamos enganchados a ese misterioso incidente, esperando saber más. Entonces, la historia da un salto de dieciséis años en los que nada sabemos de la vida de Hobbs. Parece que, al fin, podemos estar ante un film original y sorprendente.

Desgraciadamente, es entonces cuando El mejor empieza a desinflarse sin remedio y mientras seguimos aguardando una explicación al incidente del comienzo y cómo pasó esos dieciséis años Roy, la película va cayendo en una simplicidad y vulgaridad descorazonadoras. Como si el disparo careciera de importancia, el argumento se orienta decididamente hacia la historia tan vista del deportista que deberá superar obstáculos cada vez más difíciles para lograr su meta, desde apuestas amañadas, a un juez corrupto (Robert Prosky) o una hermosa mujer (Kim Basinger) cuya tarea es descentrarlo para que no juegue a su nivel.

Descubrimos así que El mejor se convierte en una historia sin gancho, predecible y plana. Con un guión que, salvo al comienzo, se va revelando como meramente vulgar. No solamente toda la historia resulta del todo improbable, sino que incluso está muy mal explicada, desperdiciándose momentos interesantes sobre los que el director pasa por encima, sin sacarles todo el jugo posible. Y eso que estamos hablando de un film de larga duración, con lo que no vale como excusa la falta de tiempo. Es como si el film se deshilvanara en momentos intrascendentes sin saber concretar en nada de lo fundamental.      

Por si la historia no tuviera bastante con su poca originalidad y superficialidad, los guionistas aún consiguen estropearlo más con un final absolutamente vulgar, que encima cae en una sensiblería tristísima (los niños animando desesperados a un errático Hobbs en el partido crucial, éste que descubre que tiene un hijo que está viendo el partido) y pone la guinda con esos fuegos artificiales lamentables. Un final tan lleno de tópicos que casi sentimos vergüenza ajena.

El mejor cuenta con un buen reparto, es cierto. Pero al final, lastrado todo por la historia, hasta parece que los actores están un tanto desaprovechados. Ni Robert Redford está en su mejor papel ni el resto parecen tener bastante credibilidad. Quizá podríamos excluir a las dos mujeres fatales de la historia: Barbara Hershey y Kim Basinger, pues cumplen con su rol de hermosas mujeres fatales y su papel es tan breve que, al menos, conserva cierto misterio que resulta muy beneficioso.

Quizá lo mejor venga por la parte técnica, con una dirección artística sumamente cuidada, destacando la fotografía de Caleb Deschanel.

Película pretenciosa pero fallida, la única manera de que podamos asimilarla es si la reducimos a un cuento moralizador, porque si la tomamos de una manera seria, resulta una experiencia decepcionante.

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