El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Operación en Damasco



Dirección: Daniel Zelik Berk.

Guión: Daniel Zelik Berk y Samantha Newton.

Música: Harry Escott.

Fotografía: Chloë Thompson.

Reparto: Jonathan Rhys Meyers, Olivia Thirlby, John Hurt, Jürgen Prochnow, Navid Negahban, Tsahi Halevi, Yigal Naor.

Ari Ben-Sion (Jonathan Rhys Meyers) es un espía israelí que adopta la identidad falsa de un ciudadano alemán. Tras la captura por parte de los servicios de inteligencia sirios de un espía israelí, y ante la posibilidad de que rebelara la identidad de israelíes infiltrados en Siria, el Mosad envía a Ari a Damasco con la misión de repatriar a uno de sus agentes.

Las películas de espionaje suelen dividirse en dos grandes grupos: aquellas en las que prima la acción, estilo la serie de James Bond o las más recientes de Jason Bourne, y otras más sesudas, más apegadas a la realidad del mundo del espionaje, entre las que estarían las adaptaciones de la obra de John le Carré, por ejemplo. De joven, me gustaban las primeras. Ahora, mi predilección es por las del segundo grupo.

Operación en Damasco (2017) es una especie de híbrido de ambos mundos. Tiene su dosis de intriga y pretende ofrecernos un argumento cercano a la realidad y a la vez tiene sus pinceladas de acción. Quizá esa especie de indefinición es lo que termina por penalizarla.

Y es que como película de acción se queda en muy poca cosa. Quien vaya a verla esperando un espectáculo de disparos, peleas y persecuciones se llevará una gran desilusión. Es más, las pocas escenas de acción tampoco es que me hayan gustado especialmente, pues se recurre a esa moda de cámara nerviosa y filmación confusa donde todo queda un tanto enfangado.

Y como película de espías más en serio, tampoco alcanza el nivel de los mejores ejemplos de esta vertiente. Es cierto que mantiene cierta intriga, más que nada por lo impredecible del resultado y los giros argumentales que se van presentado oportunamente. Además, son giros bastante bien construidos, no nos sentimos engañados como pasa a menudo con algunos argumentos poco respetuosos que solo juegan a la trampa descaradamente. 

Pero, así todo, si analizamos detenidamente el guión, descubrimos algunas incongruencias importantes (por ejemplo, que Ari no desconfíe de la chica, cuando es demasiado evidente que tanta coincidencia huele a cien kilómetros) y un tratamiento en general que no se preocupa demasiado de profundizar ni en los personajes ni en las situaciones. El final, especialmente, resulta tan poco convincente como precipitado, dejándonos un sabor de boca un tanto agrio.

La superficialidad general se concreta claramente en la historia de amor, metida un tanto con calzador y que no alcanza en realidad a ser ni historia ni de amor. De nuevo comprobamos cómo se queda en la epidermis, sin llegar a rozar siquiera un mínimo de sentimientos.

Jonathan Rhys Meyers parece un actor conveniente para el personaje, pero termina resultando un tanto acartonado; tanta frialdad acaba por resultar artificiosa y como el film reposa casi por entero en su trabajo, la verdad es que al final nos es un tanto diferente lo que le pase.

Operación en Damasco podría haber sido un film mucho más interesante, como parecía prometer al comienzo, pero da la sensación de que se ha ido decantando poco a poco por lo más sencillo, ocultando sus cartas para mantener la incertidumbre y la intriga, pero dejando de lado tanto el desarrollo de los personajes como el hilvanar una trama verdaderamente convincente y asentada en premisas sólidas. Como pasatiempo, tiene un pase, pero la sensación final es que se desaprovecharon gran parte de sus posibilidades.

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