Dirección: Herbert Ross.
Guión: Dean Pitchford.
Música: Miles Goodman.
Fotografía: Ric Waite.
Reparto: Kevin Bacon, Lori Singer, John Lithgow, Chris Penn, Sarah Jessica Parker, Dianne Wiest, John Laughlin, Lynne Marta, Elizabeth Gorcey, Frances Lee McCain.
Beaumont, un pequeño pueblo del medio oeste, vive bajo el recuerdo de un fatídico accidente de tráfico que causó la muerte a varios jóvenes de la localidad y que llevó a sus fuerzas vivas, capitaneadas por el reverendo Moore (John Lithgow), a prohibir el baile, entre otras cosas. Cuando Ren (Kevin Bacon) llega al pueblo, intentará cambiar la situación.
Mis expectativas respecto a Footloose (1984) eran bastante pobres, pues me temía enfrentarme a una banal comedia de adolescentes con el trasfondo del baile como leitmotiv. De hecho, el tema de que un pueblo prohiba bailar a sus habitantes me parecía un argumento lo suficientemente estúpido como para no esperarme nada bueno de la cinta. Sin embargo, al tratarse de un film con cierta reputación, me decidí a darle una oportunidad y he aquí que, finalmente, he de reconocer que, sin ser una gran película, contiene ciertos detalles interesantes.
Para empezar, el argumento evita caer en los tópicos más conocidos en cuanto al tema de los adolescentes, al menos no lo hace sistemáticamente. Es lógico que se trate el tema del sexo, pero sin caer en lo vulgar ni lo forzado, sino como algo más del relato que encaja perfectamente con el resto. Pero donde encuentro que el argumento es más interesante es que aprovecha el asunto del baile para adentrarse con inteligencia en el tema de las relaciones familiares, en especial con el reverendo y su hija Ariel (Lori Singer) y cómo se han ido distanciando tras la muerte en accidente del hermano de la joven. Los personajes, además, son tratados con profundidad y no se cae en lo más sencillo, que sería dibujarlos con trazo grueso. Así, el reverendo no es un fanático descerebrado, sino que en su interior cree sinceramente estar haciendo lo correcto para la comunidad al imponer restricciones a las diversiones de los jóvenes. Lo hace desde el dolor de la pérdida del hijo, pero convencido de ayudar así a otros adolescentes. Cuando su esposa (Dianne Wiest) y su hija le hacen ver que no comparten sus puntos de vista, es capaz de reflexionar sin ofuscarse y rectificar a tiempo.
También las relaciones entre los jóvenes se abordan de manera lógica. Es verdad que aquí topamos con situaciones más conocidas, pero de nuevo el guión evita entrar de lleno en los tópicos y ofrece una visión de los problemas de los adolescentes menos superficial de lo que a menudo vemos en comedias del género.
Los diálogos están cuidados y en general tenemos la impresión de que la película, más allá de su vertiente comercial evidente, aspiraba a ser algo más que un film resultón, intentando dotarlo de profundidad, que sirviera también como punto de reflexión sobre la intransigencia, los fanatismos (vecinos que quieren quemar libros) o las relaciones generacionales.
El tema de la música está muy presente, como era de esperar en un film que gira en torno a la prohibición del baile en la comunidad y cómo los jóvenes desean esa fruta prohibida. Pero los números están bien integrados en el relato y tampoco se abusa de ellos, siendo filmados con cierta eficacia; además, la elección los temas me parece bastante acertada, en especial el tema principal, muy pegadizo y dinámico.
Herbert Ross cuenta con un grupo de actores muy bueno. Kevin Bacon ya apuntaba maneras y Chris Penn me pareció un actor muy bueno. En cambio, Lori Singer no deja de ser un rostro bonito, mientras que Sara Jessica Parker está mucho mejor, más fresca y natural.
Footloose fue un éxito sorprendente en su momento y sembró la semilla de otras películas que se adentrarían en el comercial y popular cine de adolescentes. Aún a día de hoy, a pesar del tiempo transcurrido, se puede seguir disfrutando como un film correcto y entretenido.
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