Dirección: Charles Chaplin.
Guión: Charles Chaplin.
Música: Charles Chaplin.
Fotografía: Arthur Ibbetson.
Reparto: Marlon Brando, Sophia Loren, Sydney Chaplin, Tippi Hedren, Patrick Cargill, Margaret Rutherford, Oliver Johnston, Michael Medwin, John Paul, Geraldine Chaplin, Charles Chaplin.
Natasha (Sophia Loren), una joven que se gana la vida en salones de baile en Hong Kong, ve la oportunidad de cambiar de vida cuando conoce a Ogden Mears (Marlon Brando), un diplomático norteamericano, y se cuela de polizón en su camarote con la idea de emigrar a los Estados Unidos.
El gran Charles Chaplin se despidió de la dirección con La condesa de Hong Kong (1967), una película ciertamente menor en la filmografía de este genio. Sin embargo, Chaplin estaba orgulloso de ella, considerándola la mejor de su última etapa. Tal vez se debiera a que la historia está inspirada en una mujer que conoció el propio Chaplin en Francia y que, como la Natasha del film, no tenía pasaporte. El director pensó en hacer una película en los años treinta, pero el proyecto no salió adelante entonces. Finalmente, Chaplin pudo realizar la película, su despedida como director y también su última aparición en la pantalla.
La condesa de Hong Kong transcurre casi por completo, en su primera parte, en dos habitaciones del camarote de un barco y se apoya en los dos protagonistas principales. Ello, como se puede adivinar, limita demasiado sus posibilidades cómicas. En realidad, esta parte de la historia no depara ningún momento especialmente brillante, ya que la fuente de comicidad se apoya en la repetición de los sobresaltos de Natasha y Ogden ante las visitas de camareros o ayudantes del diplomático y los intentos de que Natasha permanezca oculta.
En el tramo final, afortunadamente aparecen otros personajes, como la esposa de Ogden (Tippi Hedren), y escenarios y es cuando la historia gana en ritmo y en intensidad. Es también cuando se desvela el enamoramiento de Ogden y Natasha y, aunque su relación tampoco está muy bien desarrollada, al menos da lugar a algunos instantes emocionantes ante la posibilidad de la separación de los amantes.
Siendo una obra de Chaplin, uno sin duda esperaría más, pero hemos de tener en cuenta que cuando se rodó la película el director tenía más de 75 años y se comprende que no pudiera estar en la plenitud de sus capacidades. Pero es evidente que el argumento carece de chispa y se limita a poner en pie un conjunto de situaciones poco divertidas, algunas de las cuales incluso rozan lo ridículo, como la escena en que el mayordomo Hudson (Patrick Cagill) se acuesta al revés y se da la vuelta bajo las sábanas.
Quizá, además de la autoría de Charles Chaplin, lo más interesante de La condesa de Hong Kong es la pareja protagonista: Marlon Brando y Sophia Loren. Sin embargo, ninguno de los dos está especialmente brillante. Brando parece actuar sin ganas y es una pena, pues lo considero uno de los mejores actores de la historia del cine. Sophia Loren, con un papel menos antipático que el de Brando y con más matices, tiene algunos momentos más logrados. Sin embargo, lo que me chocaba un tanto es su aspecto de señorona, debido a la moda de aquella época y que la hacía mucho menos atractiva, al menos con los gustos actuales, de lo que se pretendía en la película.
Lo que sí me gustó es la banda sonora, compuesta por el propio director y que me resultó exquisita. En este punto Charles Chaplin parece que no había perdido su creatividad.
Pero hemos de reconocer que La condesa de Hong Kong es una película un tanto desangelada: sin chispa, sin momentos brillantes, pecando de repetitiva y ciertamente anticuada. Si se tratara de la obra de otro director, pasaría bastante desapercibida. Al ser de Charles Chaplin, uno se siente más indulgente, pues, queramos o no, es parte de la obra del mayor cómico de la historia del cine.
Como curiosidad, señalar el importante número de miembros de la familia de Chaplin que aparecen en la película. Su hijo Sydney es el único que tiene un papel destacado, pero podemos ver brevemente a Geraldine y a dos hijas más del cineasta: Josephine y Victoria.
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