El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 14 de abril de 2022

El rey de la comedia


Dirección: Martin Scorsese.

Guión: Paul D. Zimmerman.

Música: Robbie Robertson.

Fotografía: Fred Schuler.

Reparto: Robert De Niro, Jerry Lewis, Sandra Bernhard, Diahnne Abbott, Lou Brown, Ed Herlihy, Martin Scorsese, Shelley Hack, Tony Randall.

Rupert Pupkin (Robert De Niro) es un don nadie que desea convertirse en un cómico famoso, como su ídolo Jerry Langford (Jerry Lewis), al que aborda un día pretendiendo que le de la oportunidad de aparecer en su show.

El rey de la comedia (1982) es la visión del ansia de fama y éxito a toda costa encarnada en la figura de Rupert Pupkin, una persona que, a medida que la vamos conociendo, comprendemos que arrastra graves problemas mentales. Pupkin parece vivir en un mundo que se ha ido creando a su medida donde es un triunfador, un cómico de primer nivel. Pero, en realidad, no es nadie. Vive con su madre, habla con fotografías de famosos, se ve a sí mismo en la cima de una carrera inexistente y le cuenta a sus conocidos ese relato ficticio que está convencido que es real.

De esta manera, es complicado empatizar con Pupkin. Si en la mayoría de las películas, el espectador puede ponerse en la piel del protagonista, en El rey de la comedia podemos llegar a detestarlo. Su manera de acosar a Jerry Langford, su obstinación en conseguir salir en su programa y, definitivamente, su secuestro convierten a Pupkin en un enfermo que nos desquicia. Sin embargo, el tono de comedia de la película evita que lleguemos a odiarlo abiertamente. 

Lo que está claro es que nadie puede recurrir a cualquier cosa para conseguir sus sueños. El fin no justifica los medios. Y eso queda claro en el discurso del film, aunque endulce un poco el final con el triunfo mediático de Pupkin, si bien lo interpretaría no como la recompensa a su talento, dudoso, sino más bien por esa morbosidad social que tiende a encumbrar a cualquiera que destaque, aunque sea de manera poco ética e incluso delictiva. Pupkin se hace famoso por secuestrar a una estrella de la televisión y gracias a eso vende miles de copias de su libro. Es la cuestionable recompensa a la mediocridad y a la enfermedad de una sociedad necesitada de referentes, aunque carezcan de méritos encomiables. Un mundo de necios deslumbrados por el oropel.

Eso sí, El rey de la comedia no es una película que me haya encantado. En primer lugar, la estética no terminó de convencerme. Es algo personal, naturalmente, pero la estética también juega un papel a la hora de valorar una película. Sin embargo, lo que menos me ha convencido es el nivel argumental. En general, creo que la idea no está del todo bien desarrollada y en muchos momentos la historia pierde fuerza y cuesta seguirla con interés. Además, tampoco los diálogos me parecen brillantes ni los personajes terminan de resultar interesantes, no tienen demasiada entidad: Pupkin es un lunático inmaduro, pero de Langford no conoceremos nada de nada, será una sombra durante toda la película. Tampoco hay grandes momentos que nos sorprendan o nos diviertan; el tono es más bien discreto y los instantes más logrados son demasiado escasos.

Con todo esto, la película se hace excesivamente larga, que es de lo peor que se puede decir de una película.

Eso sí, es un placer contemplar en acción a Robert De Niro. Su trabajo es excelente y consigue hacer creíble a un personaje difícil y extremo como el suyo. También Jerry Lewis, alejado de sus muecas y excesos de sus películas cómicas, me gustó mucho, con la sola pega de la voz del doblaje castellano.

Algunos pueden ver en El rey de la comedia una crítica del sueño americano, de la obsesión con la fama y el éxito. En principio, ese parece ser el mensaje. Lo comprendería si Pupkin fuera una persona normal a la que el ansia de éxito le lleva a extremos inexcusables. Pero como es un tipo claramente perturbado, sus actos pueden explicarse sencillamente por ese desequilibrio; no reacciona de manera normal porque no está en sus cabales.

En definitiva, una película diferente de Scorsese que considero que no está entre lo mejor de su carrera. Tiene el atractivo de contarnos una historia curiosa, aunque pienso que no del todo bien desarrollada.

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