El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 3 de abril de 2022

Slumdog Millionaire



Dirección: Danny Boyle y Loveleen Tandan.

Guión: Simon Beaufoy (Novela: Vikas Swarup).

Música: A. R. Rahman.

Fotografía: Anthony Dod Mantle.

Reparto: Dev Patel, Freida Pinto, Madhur Mittal, Anil Kapoor, Irrfan Khan, Ayush Mahesh Khedekar, Tanay Hemant Chheda, Rubina Ali, Tanvi Ganesh Lonkar, Azharuddin Mohamed Ismail, Ashutosh Lobo Gajiwala, Saurabh Shukla, Mia Drake.

Jamal Malik (Dev Patel) está a punto de ganar veinte millones de rupias en el concurso "¿Quién quiere ser millonario?". Sospechando que está haciendo trampas, la policía lo detiene para interrogarlo.

Sin duda, Slumdog Millionaire (2008) será recordada por la acaparación de Oscars conseguidos, nada menos que ocho: mejor película, mejor director (Danny Boyle), mejor guión adaptado, mejor banda sonora, mejor canción original (Jai Ho de A. R. Rahman), mejor fotografía, mejor montaje y mejor sonido. Se sitúa así al nivel de La ley del silencio (Elia Kazan, 1954), De aquí a la eternidad (Fred Zinnemann, 1953) o Amadeus (Milos Forman, 1984), al menos en premios, que no en calidad.

Lo primero que se me viene a la cabeza es que se trata de una película que va claramente de más a menos. El comienzo es alentador, con personalidad y originalidad; desgraciadamente no se logra mantener ese nivel y la historia va perdiendo fuerza conforme nos acercamos al final.

La primera mitad de la historia, la parte que comprende la infancia y adolescencia de los protagonistas, es sencillamente maravillosa. El ritmo narrativo, la compenetración perfecta del interrogatorio de Jamal con la historia de su vida y su participación en el concurso, la espléndida fotografía, la cruda visión de los suburbios de la India... todo ello convierte esta parte de Slumdog Millionaire en un espectáculo sobrecogedor y emocionante que nos sorprende por su crudeza y también por cierta belleza y grandiosidad que nos demuestra que la vida, aún la más miserable, contiene también su dosis de fascinación, de fuerza y de esperanza.

El retrato que se hace de la India, en todo caso, es descorazonador. El escaso valor de la vida, incluso de los niños, explotados sin piedad, y la miseria en que viven las clases bajas te deja un sabor tremendamente amargo. Si la realidad es tal como se describe en el film, creo que los políticos y autoridades del país debieran hacer un profundo acto de reflexión y enmienda.

Sé que no debe ser sencillo mantener este nivel a lo largo de todo el metraje, pero también soy consciente de que la segunda parte es tan inferior a la primera que parecen escritas por manos diferentes. La historia ahora se vuelve muy previsible y ya pierde por completo la capacidad de sorprendernos y emocionarnos. Es un relato plano donde nos anticipamos siempre a lo que va a suceder, con lo que la emoción e intensidad del comienzo se desvanecen.

Pero además, la historia de amor entre Jamal y Latika (Freida Pinto) tampoco consigue arreglar las cosas. Parece un producto enlatado, estereotipado, a parte que no se percibe química entre Dev Patel y Freida Pinto. 

Pero quizá lo peor de todo es la impresión de que la historia ha perdido autenticidad y que el guión tan solo busca conmovernos utilizando cualquier método a su alcance. Y en esto se percibe una ausencia de originalidad alarmante. Y como adivinamos el desenlace sin demasiado esfuerzo, el tramo final de la película es banal y con un tufo a manipulación. Toda la grandeza del comienzo se convierte en un intento de final feliz y redentor bastante normalito.

En cuanto al reparto, me ha parecido de lo más acertado, incluidos los niños que dan vida a los protagonistas en su infancia, llenos de expresividad y una naturalidad desbordantes. Quizá Freida Pinto me parezca excesivamente hermosa para el papel; se asemeja demasiado a una princesa o a una top model como para ser creíble. Por eso, Dev Patel, a su lado, parece poca cosa, como mucho más joven y su relación choca un poco. Al menos, esa fue mi percepción. 

Danny Boyle me sorprendió gratamente en la dirección. Me parece que, dentro de esa moda de la cámara "nerviosa", supo darle dinamismo a la historia sin resultar muy mareante. Sus encuadres, sus movimientos de cámara me parecieron los idóneos, al menos en la primera mitad, creando un ritmo muy conseguido que hacía avanzar el relato perfectamente.

Dentro de su desequilibrio, Slumdog Millionaire es una película interesante. Quizá los excesivos premios puedan hacer que quien la vea por primera vez espere una obra maestra, y no lo es. Es un film ambicioso, con muy grandes momentos, sin duda, pero que quizá no supo encontrar el equilibrio. Creo que si no hubiera buscado desesperadamente el típico final feliz, si no hubiera cargado las tintas con algunos personajes y situaciones, el resultado hubiera parecido más auténtico. 

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