El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 11 de agosto de 2022

Su pequeña aventura



Dirección: Norman Jewison.

Guión: Carl Reiner.

Música: Frank De Vol.

Fotografía: Russell Metty.

Reparto: Doris Day, James Garner, Arlene Francis, Edward Andrews, Reginald Owen, ZaSu Pitts, Elliot Reid, Alice Pearce.

Por una casualidad, a la señora Berberly Boyer (Doris Day) le surge la posibilidad de anunciar en televisión un jabón. Lo que empieza siendo algo ocasional termina por convertirse en una ocupación que le acapara cada vez más tiempo, causando serios problemas en su matrimonio. 

El principal problema de Su pequeña aventura (1963) es el año de realización. Diez o veinte años antes, estaríamos ante una comedia moderna, aunque con desenlace convencional, pero en 1963 resulta un tanto desubicada.

La película plantea la tradicional guerra de sexos, en esta ocasión motivada por el trabajo de la señora Boyer, que la lleva a desatender sus obligaciones como esposa y madre. Si este planteamiento funcionaba correctamente en el caso de La mujer del año (George Stevens, 1942), por ejemplo, donde, además de oportuno, el planteamiento era novedoso y transgresor, en Su pequeña aventura pierde estas dos características. No resulta muy comprensible que en la Norteamérica de los sesenta aún se ande a vueltas con este problema. Sí que podría entenderse en la España de la época, atrasada aún en lo social y económico y atada a los viejos preceptos y costumbres tan reciamente defendidos por la religión.

Además, las excusas para demostrar los inconvenientes de que la señora Boyer trabaje fuera de casa resultan un tanto forzadas, con lo que se adivina el planteamiento conservador del guión y, como consecuencia, el desenlace resulta fácilmente previsible.

Pero, aún dejando de lado la implicaciones un tanto medievales del planteamiento, como el propio guión reconoce abiertamente al calificar así la conducta del doctor Boyer (James Garner) al oponerse al trabajo de su esposa, hemos de reconocer que la comedia en sí tampoco es demasiado brillante. Se mueve dentro de un tono ligero, pero sin demasiada inspiración, y algunos momentos que podrían dar pie a situaciones divertidas se "telegrafían" con tanta claridad que, llegado el momento, ya no nos causan sorpresa, perdiendo así gran parte del efecto esperado.  

Se suele criticar abiertamente a Doris Day como actriz. Creo que las críticas podrían centrarse en el tipo de papeles que solía encarnar, pero personalmente, como actriz, me parece bastante convincente y con un innegable atractivo, si bien en unos registros hoy en día pasados de moda. James Garner, sin embargo, me resulta mucho menos natural y, en consecuencia, su trabajo es menos vivaz, está algo encorsetado. Tal vez por eso la pareja protagonista no resulte especialmente cautivadora, lo que perjudica también el impacto de la película. En cambio, Arlene Francis me pareció estupenda, lástima que su presencia sea muy anecdótica.

El director realiza su cometido de manera adecuada, aunque el convencionalismo que impregna la cinta se puede aplicar también a su dirección, rutinaria aunque correcta. El ritmo se mantiene a buen nivel y el desarrollo de la comedia es ágil, salvo pequeños momentos en que parece que se pierde algo de velocidad, pero creo que es debido más a problemas del guión, que se detiene en algunos detalles, ralentizando el desarrollo de ciertas secuencias.

En general, Su pequeña aventura viene a reforzar la idea de que la comedia, en aquellos años, había perdido la fuerza y el ingenio de su época dorada, cuando Capra, Lubitsch o Cukor nos brindaron sus grandes joyas arropadas con actores de la talla de James Stewart, Katharine Hepburn o Cary Grant. Estamos pues ante un film menor, de cuidada factura, es verdad, pero demasiado convencional y sin demasiada gracia y que además nació ya envejecido.

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