El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 23 de febrero de 2013

Días de radio



Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Música: Dick Hyman.
Fotografía: Carlo Di Palma.
Reparto: Mia Farrow, Dianne Wiest, Danny Aiello, Seth Green, Julie Kavner, Josh Mostel, Michael Tucker, Wallace Shawn, Kenneth Mars, Diane Keaton, Tony Roberts, Jeff Daniels.

Son los años 40, la era dorada de la radio, que invade los hogares norteamericanos con una increible variedad de programas. Así sucede en el hogar de una modesta familia judía de Brooklyn, donde cada uno de sus miembros es fiel seguidor de un programa concreto: un serial lacrimógeno, las historias de superhéroes, los concursos, las crónicas de la alta sociedad o las leyendas sobre estrellas deportivas.

Días de radio (1987) es el particular homenage de Woody Allen al mundo de la radio que al parecer marcó su infancia, al igual que la de millones de norteamericanos. En aquella época, antes de la aparición de la televisión, la radio era la que llevaba las noticias, la música y la diversión a los hogares estadounidenses. La mirada de Allen hacia aquella época es una mirada tierna, nostálgica y tremendamende divertida.

Con esta película nos encontramos de nuevo con el Woody Allen autobiográfico y el Woody Allen más divertido. Y es que Días de radio parece representar una especie de parada en la carrera del director, un alto en el camino para recrearse de nuevo en algunos elementos característicos de sus primeros trabajos. Así, encontraremos que el recrear su infancia nos lleva inevitablemente a Toma el dinero y corre (1969) y, como en ésta película, Allen recurre de nuevo a un humor fresco, sorprendente, ingenioso y absurdo incluso; humor que impregna principalmente el primer tercio del film, sin duda la parte de Días de radio que más me gustó. Luego, a medida que avanza la película, las bromas se van espaciando más e incluso la película toma un cariz más dramático cuando Allen recrea la muerte de una niña de ocho años, un episodio que paralizó y conmocionó al país. Sin embargo, el tono ligero domina por entero la película, que conserva un ritmo ágil y dinámico que tan sólo se corta en  muy breves escenas, lo cuál podría indicarnos que tal vez hubiera sido mejor acortar un poco el metraje para evitar este pequeño bajón hacia la parte final del mismo. Pero, en todo caso, no se trata de nada tan serio como para empañar un ejercicio impecable de nostalgia y un homenaje muy bello al mundo de la radio.

Aunque en realidad podríamos plantearnos si lo que Allen nos muestra es el verdadero universo de la radio de la época o, más bien, un hermoso dibujo recreado en la imaginación del pequeño Joe (Seth Green), alter ego de Woody Allen y narrador de esta historia.

La película se centra básicamente en la familia de Joe, que permanecía enganchada a diferentes emisiones, de manera que la radio marcó la infancia de Joe, que creció intentado ser el superhéroe de su programa favorito y con el telón de fondo de las infinitas melodías que escuchaba en la radio. De hecho, además de homenajear a la radio, la película es también un homenaje de Allen a la música de jazz que tanto le gusta y, como no, a las canciones y ritmos que estaban de moda en su infancia. La banda sonora de Días de radio es sencillamente maravillosa. Podemos escuchar a Frank Sinatra (If you are but a dream), Bing Crosby, Tommy Dorsey o Carmen Miranda. Tampoco falta Glenn Miller (In the mood), Benny Goodman o Duke Ellington. Una delicia.

Junto a la familia de Joe, Allen también nos cuenta algunos pasajes de la vida de alguna de las estrellas de la radio, especialmente de Sally White (Mia Farrow), una mujer un tanto cortita que, sin embargo, verá cumplido su sueño de trabajar en la radio.

El episodio de la pequeña de ocho años no es el único hecho real que Woody Allen recrea en la película. Memorable es el homenaje a la recreación de La guerra de los mundos de H.G. Wells hecha por Orson Wells y que aterró a media nación. Y, como no, no falta tampoco el homenaje de Woody a los clásicos de Hollywood, en este caso a la maravillosa Historias de Filadelfia (George Cukor, 1940).

La recreación que hace Woody Allen de los años cuarenta es impecable, no sólo por la fiel recreación material (vestidos, mobiliario, etc), sino también por una fotografía excepcional y de una gran belleza que nos lleva directamente al pasado con total naturalidad. Allen recurre muy habilmente a la voz en off como vehículo perfecto para su viaje al pasado y gracias a ese sentido del humor tan peculiar suyo y al particular y fascinante universo familiar que recrea, la película transcurre con una agilidad encomiable. Sólo, como decía antes, hacia el tramo final de la cinta se nota un pequeño descenso en el ritmo.

Y si señalaba al comienzo que en esta película parece como si Woody Allen quisiera retroceder al cine de sus comienzos, ello parece hacerse también patente con la participación de Diane Keaton y Tony Roberts en el reparto. Ella, musa de sus primeros éxitos, especialmente Annie Hall (1977), donde también tenía un papel destacado el segundo. Y siguiendo con el reparto, señalar el gran nivel de todos los actores, tanto los más conocidos (Danny Aiello, Jeff Daniels, Mia Farrow o Dianne Wiest) como los menos famosos. El trabajo de todos es perfecto.

Días de radio no fue del todo bien acogida en el momento de su estreno. Sin embargo, opino que es una muy buena comedia donde recuperamos al Allen más genuino, con esa mirada crítica y cariñosa  hacia su infancia, con su visión tan peculiar sobre la enorme influencia de la religión en su educación y con el sentido del humor más genuido de un gran director que sabe contagiarnos de sus paranoias con un talento descomunal.

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