El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 14 de febrero de 2013

Kramer contra Kramer



Dirección: Robert Benton.

Guión: Robert Benton (Novela: Avery Corman).

Música: John Kander.

Fotografía: Néstor Almendros.

Reparto: Dustin Hoffman, Meryl Streep, Justin Henry, Jane Alexander, Petra King, Melissa Morell, Howard Duff, George Coe.

El mismo día que Ted Kramer (Dustin Hoffman) logra el mayor éxito profesional en su trabajo, su mujer Joanna (Meryl Streep) lo abandona a él y a su único hijo Billy (Justin Henry). A partir de entonces, Ted deberá ganarse el cariño de Billy, mientras intenta afrontar la nueva situación de compaginar su trabajo con el cuidado de su hijo.

De vez en cuando el cine aparca la ficción y se centra en ciertos dramas cotidianos. Esto es más patente en el mundo de los telefilmes, pero no exclusivo de ellos. Enfermedades, adicciones, dramas como el del divorcio... Es un tipo de cine que suele jugar en el filo de la navaja y a menudo los resultados de afrontar temas tan delicados y con tanta carga emocional suelen ser desastrosos. Pero este no es el caso de esta película. El mérito de Kramer contra Kramer (Robert Benton, 1979) es que se intenta dar una versión del tema lo más realista posible, sin evitar algunos aspectos evidentemente dramáticos, sobre todo al existir el tema de la custodia de un hijo por medio, pero sin caer en lo lacrimógeno. 

No está exento de algunas situaciones un tanto estereotipadas y no hay excesivas sorpresas en cuanto al éxito de Dustin Hoffman como padre; el desarrollo de la película es bastante previsible. Lo que sorprende un tanto es el desenlace, aunque dadas las buenas intenciones de la película en general no deja de resultar lo más apropiado. Por desgracia, aquí la historia parece alejarse un tanto de la realidad.

Aún así, Benton consigue un film equilibrado, con una sabia dosificación de los momentos dramáticos con otros más gratificantes y hace que la historia pase por verídica y al tiempo no canse ni resulte demasiado empalagosa. Cuenta, es verdad, con la inestimable ayuda de unos muy buenos actores, en especial Hoffman, pues Meryl Streep tiene mucho menos papel. Y, naturalmente, me descubro ante el pequeño Justin. Un niño pocas veces resulta natural, pero Justin no sólo nos convence, sino que logra conmovernos simplemente con una mirada. Su trabajo es admirable y fue nominado a un Oscar como mejor secundario.

Kramer contra Kramer fue un gran éxito en su estreno y logró llevarse los cinco Oscars principales de ese año: mejor película, director, actor principal (Hoffman), actriz secundaria (Meryl Streep) y guión adaptado. No es cuestión de negarle méritos, pero parece una excesiva recompensa para esta película y más teniendo en cuenta que competía con Apocalypse Now de Coppola. Cosas de Hollywood.

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