El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 2 de febrero de 2014

Topaz



Dirección: Alfred Hitchcock.
Guión: Samuel A. Taylor (Novela: Leon Uris).
Música: Maurice Jarre.
Fotografía: Jack Hildyard.
Reparto: Frederick Stafford, John Forsythe, Dany Robin, John Vernon, Karin Dor, Michel Piccoli, Philippe Noiret, Claude Jade, Michel Subor, Per-Axel Arosenius, Roscoe Lee Browne, Edmon Ryan, Sonja Kolthoff, Tina Hedström, John Van Dreelen, Donald Randolph.

Año 1962, un alto miembro del KGB soviético deserta con su familia a los Estados Unidos. A cambio de ofrecerle asilo, los servicios secretos norteamericanos le piden que les desvele información relativa a las actividades soviéticas en Europa y en Cuba.

Topaz (1969) es la adaptación de una densa novela de espionaje de Leon Uris que se había convertido en un best -seller en los Estados Unidos. La Universal se hizo con los derechos del libro y le ofreció el proyecto a Hitchcock.

Y es el origen literario de Topaz su principal inconveniente: la película abarca demasiados personajes, demasiados lugares, demasiadas explicaciones, lo que nos lleva a un film demasiado largo y donde no hay realmente momentos álgidos que mantengan el interés y guíen el relato. Puede también influir en el resultado final que Hitchcock ya no estuviera en la cima de su carrera. Sus últimos trabajos, si bien correctos y con pequeños detalles marca de la casa, denotan un director en franca decadencia que se acercaba al final de su carrera. Y ésto es más que evidente en Topaz, donde a los problemas del guión se añade un ritmo que no ayuda para nada a agilizar el film, lo que unido a su excesiva duración terminan por hacer que la película no se vea de un tirón y se haga a veces pesada.

Es cierto que algunas secuencias tienen un nivel notable, ejemplificando el viejo dicho de "quién tuvo, retuvo". En concreto, la huída del agente soviético y su familia en Copenhague está resuelta con gran habilidad; sin duda es lo mejor de la película para mí. Pero también destacaría el momento en que Rico Parra (John Vernon) mata a Juanita de Córdoba (Karin Dor), en un acto de verdadero amor. Quizá si el director no se hubiera visto en la necesidad de contarnos una historia de espionaje tan enrevesada, hubiera podido tomarse más tiempo para desarrollar este tipo de secuencias, que hubieran aportado algo más de emoción a un film que al final resulta demasiado frío e impersonal. La trama de deserciones, traiciones, favores y viajes está contanda con tanto distanciamiento que no llegamos a sentirnos implicados en ella en ningún instante. A parte del hecho que algunas situaciones incluso llegan a parecer del todo improbables, cuando no absurdas.

Quizá parte del problema de la frialdad a la que aludía se deba al reparto de Topaz. Uno de los problemas que tuvo que afrontar Alfred Hitchcock a lo largo de su carrera fue que no siempre pudo contar con los actores que hubiera deseado. En esta ocasión, Sean Connery hubiera sido el protagonista perfecto, algo que no pudo ser ya que cuando Hitchcock, al contratarlo para Marnie, la ladrona (1964), le ofreció la posibilidad de firmar para una o dos películas más, Connery rechazó la propuesta. Sea como fuere, Frederick Stafford no es un actor de talla ni talento suficiente como para ser el protagonista del film y éste se resiente de sus evidentes limitaciones. Pero tampoco John Forsythe, Dany Robin, John Vernon o Karin Dor tienen unas actuaciones destacables, de manera que la película flojea terriblemente en este apartado.

Hitchcock tampoco tuvo fácil rematar el argumento. El primer final que había previsto era con un enfrentamiento entre André Deveraux (Frederick Stafford) y su antiguo amigo Jacques Granville (Michel Piccoli), quién decidía dejarse matar por André al haber sido descubierto y estar todo perdido. Sin embargo, en un pase previo al estreno, el público se rió abiertamente por considerar un final así del todo ridículo. La solución fue forzar una escena en la que se supone que vemos a Graville entrar en casa y suicidarse; aunque en realidad a quién vemos entrar en la casa es a Henri Jarre (Philippe Noiret), en un plano muy breve para que no se reconozca la suplantación y es que Hitchcock no disponía de ningún plano de Piccoli entrando en la casa para poder utilizarlo aquí.

Topaz no fue bien recibida ni por la crítica ni por el público. Se achaca el fracaso del film a su marcado caracter anti comunista; puede que ello tuviera alguna influencia en su momento. Ahora, con el paso del tiempo, libres de influencias cercanas, Topaz puede ser valora como lo que es, un film de espionaje. Y como tal, creo que no deja de ser una película fallida.

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