El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 26 de abril de 2014

Yo, robot



Dirección: Alex Proyas.
Guión: Jeff Vintar y Akiva Goldsman (Relatos: Isaac Asimov).
Música: Marco Beltrami.
Fotografía: Simon Duggan.
Reparto: Will Smith, Bridget Moynahan, Bruce Greenwood, Chi McBride, Alan Tudyk, James Cromwell, Jerry Wasserman, Shia LaBeouf.

Chicago, año 2035. El doctor Alfred Lanning (James Cromwell), creador la robótica más avanzada, muere en lo que parece ser un suicidio; pero deja un último mensaje para el detective Del Spooner (Will Smith), que en seguida sospecha que puede haber algo más detrás de su muerte.

Al César, lo que es del César: Yo, robot (2004) es un film de ciencia-ficción cuya intención más evidente es entretener a base de una historia sencilla, que da pie a mucha acción, y un despliegue de efectos especiales deslumbrante. Desde este punto de vista, la película cumple con lo que pretende y ha de valorarse en su justa medida, reconociendo que uno pasa un buen rato, con no pocas escenas espectaculares y un desarrollo ágil que no permite un segundo de aburrimiento.

Pero también es cierto que el planteamiento, con la alusión a la obra de Asimov como reclamo adicional, permitía desarrollar un argumento mucho más interesante que el que finalmente diseñan los guionistas. La idea de las máquinas rebelándose contra su creador, el deseo de un robot de vivir más allá de lo que ha sido programado, el desarrollo de sentimientos humanos por parte de las máquinas..., ideas que habían dado origen a films tan geniales como 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) o Blade Runner (Ridley Scott, 1982), a las que este film recuerda en algunos pasajes, es un campo lo suficientemente rico en posibilidades como para que a uno le sepa definitivamente a poco el argumento de Yo, robot, diseñado de un modo rutinario, a base de todos los clichés conocidos en películas de acción, y cuyo desarrollo no nos va a deparar más sorpresas que los típicos giros argumentales de última hora (para algunos meros trucos baratos) y esas escenas de acción que, gracias al desarrollo tecnológico, son verdaderamente espectaculares.

La historia deja de lado pues toda profundización filosófica en busca del espectáculo puro y duro. Una opción tan válida como otra cualquiera, pero que da la impresión de que se ha dejado pasar una buena oportunidad de aunar entretenimiento con reflexión, lo que hubiera llevado a la cinta a un peldaño superior.

Will Smith es el protagonista absoluto, en una película diseñada para su total lucimiento, empezando por un físico esculpido en el gimnasio. Y la verdad es que el actor lo borda. Se tiende a menospreciar a este tipo de intérpretes que parecen basarlo todo en la acción pura y dura. Pero no nos engañemos, Smith es mucho más que una presencia poderosa o un tipo con tirón en taquilla. El actor tiene talento, siempre resulta creíble y a veces, con un simple gesto, logra expresar mucho más que cualquier otro. Además, parece que nunca acaba de tomarse a sí mismo demasiado en serio, y eso le da a sus personajes una especie de cinismo y de humor que les sienta muy bien. En este caso, a pesar del pasado amargo que condiciona su actitud hacia las máquinas, su personaje salpica la cinta de algunos detalles de humor muy logrados, tanto que uno desearía que no fueran tan escasos. Le acompaña una atractiva Bridget Moynahan, si bien su trabajo me resultó un poco soso. Y aprovecho para aportar una apreciación personal: véase como entre ambos protagonistas, uno negro y la otra blanca, no habrá el más mínimo atisbo de romance, en contra de la lógica y la mecánica habitual en este tipo de películas; ¿prejuicios raciales? Siguiendo con el reparto, destacar la presencia de James Cromwell, un actor sólido que ha ido creciendo con el paso de los años.

En cuanto al trabajo de Alex Proyas, la verdad es que hay que agradecerle el buen ritmo que imprime a la película y una dirección acertada, al servicio de la claridad narrativa y muy eficaz a la hora de servirnos las escenas de acción, filmadas con mano firme y sin caer en efectismos baratos.

En definitiva, una película entretenida, bien realizada y con un buen ritmo que, sin embargo, se va por el camino más fácil, desperdiciando en parte todas las posibilidades que la historia parecía ofrecer. Para pasar un buen rato, sin más.

1 comentario:

  1. Efectivamente es puro entretenimiento aunque la trama esté un poco sobada. Aparte de tus ejemplos, la saga de Terminator y Matrix siguen la misma tónica, máquina se revela contra el humano. La verdad que nunca me había planteado lo del romance interracial, bien visto. Otro detalle que me pareció de traca es el uso de las marcas que para mí no son molestas como pueda ser el coche Audi de nuestro protagonista pero las referencias gratuitas a sus Converse o que el robot se llame Sony, me provocaron una sonrisa durante un buen rato. Gran post y un saludo!

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