El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Conocerás al hombre de tus sueños



Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Música: Varios.
Fotografía: Vilmos Zsigmond.
Reparto: Josh Brolin, Naomi Watts, Anthony Hopkins, Gemma Jones, Freida Pinto, Antonio Banderas, Lucy Punch, Pauline Collins, Ewen Bremner, Christian McKay.

Tras cuarenta años de matrimonio, Helena (Gemma Jones) y Alfie (Anthony Hopkins) se separan. Mientras él intenta huir de la vejez con gimnasios y coches descapotables, Helena se refugia en las predicciones de Cristal (Pauline Collins), una falsa vidente que le promete un futuro mejor. Mientras, su hija Sally (Naomi Watts) intenta salir adelante al tiempo que se distancia cada vez más de su marido Roy (Josh Brolin), un escritor sin éxito.

A veces tengo miedo cuando me enfrento a una nueva película de Woody Allen. Es un director al que admiro y reconozco que Annie Hall (1977) y Manhattan (1979) me siguen pareciendo dos películas maravillosas. Por eso, siempre espero algo genial de este director y también siempre temo que su frenético ritmo creativo me deje con mal sabor de boca.

Y he de reconocer que el comienzo de Conocerás al hombre de tus sueños (2010) me tenía preocupado, temía que no fuera más que una pequeña obra acerca de la naturaleza humana carente de gran interés. Una comedia menor, un film rutinario sin más. Sin embargo, es una película a la que hay que dar tiempo, tiene un comienzo largo, hasta que entramos en materia, hasta que empezamos a conocer en profundidad a los protagonistas y comenzamos a acompañarles en su devenir, en sus búsquedas, algunas aparentemente absurdas, otras apoyadas en peligrosas mentiras, otras... casi desesperadas. Y entonces, cuando nos hemos metido de lleno en las historias del film, es cuando empezamos a comprender la sustancia, el alma de la película, y nos damos cuenta de que no es una comedia al uso del autor. Aquí no hay judíos raros, ni esa presencia de la religión que todo lo impregna. No hay chistes punzantes, ni situaciones graciosas... se trata de una historia triste en el fondo, un retrato de pequeños seres cotidianos que han perdido la esperanza, la ilusión y la alegría de vivir y que intentan salvarse del naufragio (Helena llega a intentar suicidarse cuando la deja Alfie) como buenamente pueden o saben. No siempre con nobleza, ni con lucidez, pero es que cuando uno ha perdido la fe en si mismo y en los demás, a veces lo más coherente es volverse un poco loco; como Helena, que se refugia en la ilusión de una falsa vidente que le cambia la vida y le ofrece al fin el refugio que la medicina no era capaz de proporcionarle. Sus nuevas creencias serán tan fuertes que cuando Alfie le propone volver a estar juntos, ella le confiesa que ha cambiado, ya no es la esposa con la que vivió cuarenta años y ya no hay marcha atrás posible.

Y todos, de alguna manera, sucumben a una especie de locura: desde casarse con una prostituta huyendo de la vejez (Alfie), hasta que el espejismo se esfuma para convertirse en una penosa realidad; pasando por buscar consuelo en tu propio jefe (Sally), para descubrir que llegas tarde realmente a un lugar que nunca fue tuyo y terminado por el escritor fracasado (Roy) que se apodera de la obra de un amigo y de la mujer de otro hombre en busca de un talento y una felicidad que parece que nunca tuvo.

Y lo mejor de todo es que, como en la vida misma, nada es sencillo en este relato, ni nada sucede como uno querría que sucediese. Además, las historias no llegan, salvo quizá la de Helena, a buen puerto, ni a uno malo tampoco. Acostumbrados como estamos a historias de final feliz (o desgraciado), en los que todo encaja en los últimos minutos de película, en los que se cierra la historia, sin duda el final de Conocerás al hombre de tus sueños puede desconcertar a más de uno. Pero ahí reside su belleza, o su autenticidad. En la vida, las cosas se suceden, pasan unas y llegan otras y nada es perfecto ni definitivo. Y así sucede en la película: no se atan todos los cabos, no hay una conclusión, salvo la certeza de que la vida va a seguir, y cada uno de nosotros puede imaginar el futuro de los protagonistas como se le antoje. Es un final abierto, sin la receta mágica que todo lo ordena, porque no es así como suceden las cosas en realidad.

Conocerás al hombre de tus sueños es un retrato pues de la naturaleza humana sincero, directo y narrado con la agilidad y el buen gusto de un director que sigue demostrando que contar historias es parte de su naturaleza. Y nadie las cuenta como él.

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