El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Enamorarse



Dirección: Ulu Grosbard.
Guión: Michael Cristofer.
Música: David Grusin.
Fotografía: Peter Suschitzky.
Reparto: Robert De Niro, Meryl Streep, Harvey Keitel, Jane Kaczmarek, Dianne Wiest, David Clennon, George Martin, Victor Argo.

Molly (Meryl Streep) y Frank (Robert De Niro) no se conocen, aunque cogen el mismo tren para ir a la ciudad. Haciendo las compras de Navidad, la casualidad hace que se tropiecen y, por error, intercambien dos libros, lo que será el comienzo de una serie de encuentros en los que, casi sin darse cuenta, ambos comenzarán a sentirse atraídos mútuamente.

Con el reclamo de dos de los mejores actores de las últimas décadas, Ulu Grosbard , director de origen belga no muy prolífico, nos presenta una sencilla historia de amor entre dos personas casadas, adultas, que, sin embargo, se sienten irremediablemente atraídas por un amor sincero y profundo, lo que les lleva a plantearse seriamente su futuro. No se trata de una película escabrosa. En realidad, no es un film sobre infidelidades, sino más bien sobre el amor, como fuerza redentora, como un sentimiento que, cuando te llega, eres incapaz de domesticar. Ni Molly ni Frank desean hacer daño a sus respectivas parejas, tampoco se sienten a gusto con el sentimiento que ha surgido entre ambos, que les llena de remordimientos, pero no pueden hacer nada por remediarlo. Solo les queda aceptarlo y tomar la decisión que crean más justa, pero que, en todo caso, acarreará dolor, tanto a sus familias como a ellos mismos.

Sin embargo, a pesar de lo interesante del tema y de contar con dos actores excepcionales, Enamorarse (1984) es una película mediocre. Es verdad que Meryl Streep y Robert De Niro hacen un trabajo remarcable, en especial por la naturalidad y autenticidad de sus interpretaciones. Pero su sola presencia no es suficiente para enmendar un film que hace aguas casi por todas partes.

Por un lado, el director no consigue darle a la historia un ritmo interesante. Así, el comienzo de la película se hace un tanto lento, con algunas escenas que parecen no aportar demasiado y hasta da la impresión que algunas son casi de mero relleno. Si a eso le añadimos unos diálogos bastante planos, tenemos una película demasiado fría, inexpresiva.

Y ni siquiera en los momentos más intensos, cuando la pasión de los enamorados debería llenar la pantalla, Grosbard es capaz de trasmitir emoción, tensión, drama. Puede que sea una elección consciente, de querer presentar una historia de amor del modo más natural posible, desprovista de artificios o sentimientos desbordados. No lo sé. En todo caso, el resultado es un film sin demasiado nervio, sin alma, algo que lastra en exceso la intensidad con la que debería vivirse una historia semejante.

Estéticamente, tampoco Grosbard consigue dar en el clavo, con una fotografía del montón, una puesta en escena sin grandes aciertos y una música un tanto machacona, muy deudora de los gustos del momento y que denota lo mal que ha envejecido la cinta en este apartado.

Pienso en Breve encuentro (David Lean, 1945), pues Enamorarse recuerda inevitablemente a esa película, tanto por la situación de sus protagonistas como por los encuentros en la estación de tren, y es evidente la distancia que separa ambas películas, tratándose además de propuestas bastante similares en cuanto a planteamiento y sencillez de la historia. Es la diferencia entre un guión y una dirección geniales y un film mediocre que no logra captar ni trasmitir la esencia de lo que pretende contarnos.

En definitiva, una película cuya bonita historia merecía una puesta en escena mucho mejor. Al final me quedo con el reparto, lo mejor sin duda de un film que no consigue emocionarnos.

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