El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 25 de marzo de 2018

El mejor padre del mundo



Dirección: Bobcat Goldthwait.
Guión: Bobcat Goldthwait.
Música: Gerald Brunskill.
Fotografía: Horacio Martínez.
Reparto: Robin Williams, Daryl Sabara, Alexie Gilmore, Morgan Murphy, Henry Simmons, Naomi Glick, Dan Spencer, Geoff Pierson, Zachary Vitale.

Lance Clayton (Robin Williams) es un hombre fracasado: desea ser escritor, pero ninguna editorial quiere publicarle sus libros; es profesor de poesía y su clase peligra por la escasez de alumnos; su novia no parece muy contenta a su lado y empieza a distanciarse de él y, encima, su único hijo es un descerebrado que lo desprecia profundamente.

En algunas reseñas El mejor padre del mundo (2009) aparece clasificada como comedia. No entiendo el sentido último de esta clasificación y mucho menos la comparto. El mejor padre del mundo es un terrible drama sobre el dolor de vivir, sobre la soledad, sobre la lucha por adaptarse a un rol en la sociedad sintiendo que fracasas a cada paso que das. Todo esto lo encarna el malogrado Robin Williams con una entereza y un talento magníficos, que nos ponen los pelos de punta por la triste casualidad, o no, de su suicidio, que ponía de manifiesto, una vez más, que la realidad siempre supera a la ficción.

Pero volviendo a la película, El mejor padre del mundo es la crónica amarga de un perdedor, Lance, que ve como todo en la vida le ha salido mal. Su matrimonio ha fracasado y se encuentra ahora solo con un hijo adolescente, Kyle (Daryl Sabara), que es, en palabras del propio Lance, "un ser despreciable", pero al que tiene que soportar como buenamente puede, buscando darle todo el afecto posible a pesar de sus muestras de desprecio absoluto hacia su padre y un egoísmo insoportable.

Además, Lance quería ser escritor y a pesar de cierto talento para el oficio ve como las editoriales han rechazado todos sus libros. Así que se tiene que contentar con ganarse la vida como profesor de poesía, un trabajo que desempeña sin entusiasmo, bajo la amenaza de despido y menospreciado por sus compañeros. Hasta su relación sentimental con Claire (Alexie Gilmore), también profesora, no deja de ser una especie de juego para ella, convirtiendo a Lance en una marioneta en sus manos.

Y cuando parece que nada puede irle peor en la vida, Lance se encuentra muerto a su hijo una tarde al llegar a casa. Se trata de un accidente estúpido que Lance, avergonzado, intenta disimular haciendo que parezca un suicidio y escribiendo una nota de despedida realmente conmovedora. Comienza así, con una pequeña mentira, una cadena de acontecimientos gracias a los cuales Lance empieza a tener al fin el reconocimiento de los demás, a través de una imagen falsa de su hijo.

Lance se deja llevar y disfruta al fin del respeto de sus compañeros y descubre, a través de la figura de Kyle, que en realidad es un buen escritor. Al fin le publican algo, aunque tenga que ocultar que es él el autor. Hasta Claire se ha vuelto más cariñosa y demuestra admiración por él.

Pero Lance sabe que todo es mentira. Su hijo no era la persona inteligente y sensible que él ha inventado y Lance se da cuenta que todo lo que lo rodea es igual de falso que esa imagen de Kyle. Lance descubre que en la fama y el reconocimiento sigue estando tan solo como antes. Más aún, pues no hay nada peor que el sentimiento de soledad estando rodeado de gente. Así que, finalmente, en un acto de orgullo y de sinceridad absolutas, Lance se libera de todas las cargas, las mentiras, las sonrisas forzadas y los silencios y queda desnudo frente a todos y frente a sí mismo. Es libre al fin.

Como se ve, nada más alejado de una comedia. La gente que se anime a ver El mejor padre del mundo bajo esa reseña se llevará una sorpresa gigantesca. La película es una de las más tristes y demoledoras que he visto en mucho tiempo.

Sorprende, gratamente, eso sí, que en el cine actual de consumo aparezca un film tan descarnado y tan directo. Es realmente una historia muy sombría que ni el supuesto final feliz parece dulcificar. El personaje de Lance es tristísimo. No ya por las circunstancias de su vida, sino porque comprendemos que no será capaz, nunca, de sobreponerse y dar un giro a su vida. Porque él no tiene carácter, ni fuerza. Cada persona es como es y no se puede luchar contra uno mismo. Lo que cambia la vida de Lance, por desgracia, es la muerte de su hijo. No puede haber nada más desolador. Y el cambio tampoco es por una decisión consciente de Lance, sino por una serie de casualidades y por la estupidez de los que lo rodean. La conclusión es que los supuestos triunfadores, la gente que parece feliz y segura de sí misma no son más que seres también perdidos, solo que saben disimular mejor sus miedos, se adaptan mejor, tienen disfraces más elaborados. Pero las personas como Lance están condenadas a vagar solas; si acaso, como se ve en la escena final, a compartir rarezas con otros inadaptados.

La sociedad se divide en los aceptados socialmente, no por ello mejores, y los inadaptados. Lance finalmente encuentra su lugar en la vida, y es cuando deja de intentar parecer otra persona y asume que su lugar está en los márgenes, con los raros. Y ahí sí que podrá ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario