El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 8 de marzo de 2018

Moby Dick



Dirección: John Huston.
Guión: Ray Bradbury y John Huston (Novela: Herman Melville).
Música: Philip Sainton.
Fotografía: Oswald Morris.
Reparto: Gregory Peck, Richard Basehart, Leo Genn, James Robertson Justice, Harry Andrews, Friedrich von Ledebur, Bernard Miles, Edric Connor, Orson Welles.

Ishmael (Richard Basehart), fascinado por el mar, decide embarcarse en un barco ballenero para aprender el oficio. El azar le lleva a hacerlo en el bergantín Pequod, capitaneado por el misterioso capitán Ahab.

Nueva adaptación de la novela homónima de Herman Melville que es, por méritos propios, todo un clásico del cine de aventuras.

Esta versión de John Huston de Moby Dick (1956) se beneficia sin duda de la calidad de la novela, algo patente especialmente en la riqueza y profundidad de los diálogos, uno de los rasgos más desetacables del film.

Pero como buena película de aventuras, no podían faltan las escenas de tormenta y las de la caza de ballenas, que aún a día de hoy resultan espectaculares y, en muchos aspectos, hacen palidecer a películas más recientes, incluida la prodigiosa Tiburón de Steven Spielberg. Es verdad que Huston utiliza escenas reales de la caza de cachalotes, pero para el año en que se rodó esta película la verdad es que los resultados de esas secuencias siguen siendo admirables.

Pero por encima de la belleza y espectacularidad de la aventura, Moby Dick es, por encima de todo, el relato de una obsesión: la locura del capitán Ahab en su deseo de vengarse de la ballena que le comió una pierna y dejó su cuerpo lleno de cicatrices. Ahab es consciente de que su deseo de venganza es irracional, de que lo domina más allá de toda lógica. Y sin embargo no es capaz de vencer ese demonio que lo corroe por dentro.

Puede que en esta descripción de la locura de Ahab la película quizá muestre las limitaciones del cine frente a los recursos de la novela, a pesar del buen trabajo de Gregory Peck, en una de sus caracterizaciones más impactantes. Aunque pudiera parecer que Orson Welles, con un pequeño pero bien aprovechado papel, pudiera ser en teoría un capitán Ahab más convincente , la verdad es que Gregory Peck creo que cumple con nota. Y lo mismo hay que decir del resto del reparto, salvo la extrañeza que produce que el papel de Ishmael, presentado como un mozalbete en la película, lo interprete Richard Basehart, a todas luces todo un señor de mediana edad.

Lo que también me gustó, y mucho, es el estilo de Huston en la dirección. Cada plano tiene sentido e intenta expresar algo con la composición, la posición de la cámara, el enfoque o el desenfoque. Me pareció un estilo que aporta bastante al relato, sin llegar a acaparar el protagonismo de un modo absoluto.

En definitiva, una película de aventuras ejemplar, con un buen tratamiento en el plano del espectáculo pero acompañado de una calidad en los diálogos, la dirección y el trasfondo que la mantienen aún a día de hoy como un clásico con plena vigencia, capaz de sorprendernos y entretenernos a partes iguales.

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