El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 5 de abril de 2018

Primavera en otoño



Dirección: Clint Eastwood.
Guión: Jo Heims.
Música: Michel Legrand.
Fotografía: Frank Stanley.
Reparto: William Holden, Kay Lenz, Roger C. Carmel, Marj Dusay, Joan Hotchkis, Jamie Smith-Jackson, Normand Bartold, Lynn Borden.

Frank Harmon (William Holden) es un hombre maduro, divorciado, con algunas aventuras esporádicas, pero que vive feliz con su independencia. Un día, se cruza en su vida accidentalmente Breezy (Kay Lenz), una joven hippie que vaga por California sin dinero, trabajo ni hogar.

Primavera en otoño (1973) es una de las primeras películas dirigidas por Clint Eastwood y eso se nota y mucho. Vemos a un director que aún no domina la cámara, con momentos en que pierde el pulso de la historia o que no consigue trasmitir toda la intensidad que se supone que debería contagiarnos una escena. Además, está el inevitable paso del tiempo que, en el caso de las películas de la década de los setenta del siglo pasado, se hace demasiado evidente.

Por todo ello, aquellos que estén familiarizados con la etapa más reciente del director se sentirán inevitablemente algo defraudados con Primavera en otoño. Película además que fue un rotundo fracaso en su momento, a pesar de lo cuál el propio Eastwood la defendía con cierta pasión. Y, si sabemos leer entre líneas y dejar de lado las múltiples deficiencias o limitaciones, me parece una película que, por momentos, contiene algunos detalles que merecen destacarse.

La primera impresión que tuve es que se trata de un film como desangelado. Da la impresión de que le falta algo, tanto a nivel de la puesta en escena como en la definición de los personajes. Es todo demasiado simple, casi como si no estuviera del todo terminada. Lo noto, por ejemplo, en la presentación de los personajes, demasiado elemental, si bien no es que el director caiga en clichés, pero deja a Frank y a Breezy dibujados de una manera muy básica. Y lo mismo sucede con el resto de personajes, todos definidos con grandes líneas pero sin terminar de profundizar.

Y esa misma sensación la tuve con la puesta en escena y, sobre todo, con el desarrollo de la historia. La relación entre Frank y Breezy arranca de un modo un tanto elemental y después sigue un poco en esa línea, sin que Eastwood consiga adentrarse realmente en el corazón y el alma de los dos, dejando la historia de amor a un nivel algo superficial, sin intensidad. Quizá donde más patente resulta esa falta de emoción sea en la ruptura de Frank y Breezy y posterior reconciliación. Son los dos momentos cubres de la historia y sin embargo se resuelven precipitadamente, con cierta ingenuidad y con un distanciamiento que les quita toda la intensidad que hubiera sido necesaria.

¿A que son debidos estos fallos narrativos? Sin duda, lo achaco a la impericia de Clint Eastwood al frente de la cámara. El actor convertido en director está explorando su nuevo rol y es patente que aún no ha encontrado la plenitud de su estilo y se limita a una puesta en escena un tanto rutinaria. Y quizá el guión tampoco ayude demasiado. En definitiva, es una película que se queda a medias entre lo que plantea y cómo lo resuelve.

Pero, a pesar de todo lo dicho, Primavera en otoño contiene pequeños detalles que sí que llamaron mi atención y que, en esencia, son los que me hicieron apreciarla más allá de sus limitaciones.

Así, el personaje de Breezy es mucho más que una joven hippie un tanto alocada e irresponsable. Su personaje me pareció una hermosa mezcla de ingenuidad frente al mundo, como su emoción infantil maravillosa cuando descubre el mar por primera vez, al tiempo que una sabiduría y valentía propias de una juventud decidida, libre de prejuicios y, sobre todo, abierta y bondadosa. Y es esa mezcla imposible la que al final conquista el corazón cansado de Frank, un perro viejo que está de vuelta de todo, desencantado con la vida, y que no está preparado para enfrentarse a una persona como Breezy, la primera vez en su vida que conoce a alguien así.

Y por este camino es por donde surgen los momentos más mágicos de la película, con algunas frases realmente memorables: "no existe la llamada madurez, es solo cansancio", le reconoce Frank a Breezy en un momento de lucidez sobre su propia existencia.

Son esos pequeños destellos, nacidos del choque entre la experiencia y la inocencia, entre el desencanto y al amor a la vida desmedido y puro, los que me fascinaron de esta película, disfrutando de ellos como quien encuentra agua en un desierto.

En cuanto a los protagonistas de la historia, decir que fue un placer disfrutar de la presencia de Kay Lenz en su primer papel importante en el cine. Sin duda, su frescura y su espontaneidad pegan perfectamente con su personaje, si bien como actriz me pareció un tanto limitada. En cuanto a William Holden, siempre es agradable ver a actores de su talla, si bien lo encontré demasiado mayor para ese papel. Por momentos, no me parecía el padre de Breezy, sino su abuelo.

Tal vez, si Clint Eastwood hubiera hecho esta película cuando ya era un director reconocido, el resultado habría sido muy diferente, sin ese aire de serie B que marca todo el film y sin esa fuerza que hemos visto después en muchas de sus películas más recientes. A pesar de todo, si buscas por debajo de la superficie, Primavera en otoño contiene detalles maravillosos que justifican disfrutarla.

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