El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 5 de octubre de 2020

El espía


 Dirección: Billy Ray.

Guión: Billy Ray.

Música: Michael Danna.

Fotografía: Tak Fujimoto.

Reparto: Ryan Phillippe, Chris Cooper, Laura Linney, Dennis Haysbert, Kathleen Quinlan, Gary Cole, Bruce Davison, Caroline Dhavernas, Mary Jo Deschanel.

Eric O'Neill (Ryan Phillippe), cuya meta es llegar a ser agente especial en el FBI, es elegido por sus superiores para vigilar a Robert Hanssen (Chris Cooper), un agente veterano al que acusan de ser un pervertido sexual.

El espía (2007) está basada en un caso real, el del agente del FBI Robert Hanssen, que resultó ser uno de los mayores espías en la historia de los Estados Unidos. Este hecho lo conocemos nada más arrancar el film, que está contado en flashback, lo que ya nos da una idea de por donde van los tiros: no estamos ante un thriller al uso, donde el interés principal resida en desvelar la intriga; puesto que desde el inicio conocemos el final, de lo que se trata es de adentrarnos en conocer a los protagonistas, sus aspiraciones, sus motivaciones, sus debilidades y hasta sus locuras. En ello reside la originalidad de El espía, que nos ofrece un punto de vista diferente y muy original dentro del género.

Al centrarse exclusivamente en la personalidad de Hanssen y O'Neill, el film deja bastante de lado cualquier detalle de las actividades del primero. Incluso la parte final de su detención con la colaboración de O'Neill no queda tampoco relativamente bien explicada. Ello puede molestar en alguna medida, pero hemos de entender que la finalidad de Billy Ray no era ofrecer un film con la consabida intriga, sino centrarse en la relación que se establece entre los protagonistas, marcada por la extraña personalidad de Hanssen, obsesionado con la religión y empeñado en guiar los pasos de O'Neill en ese camino, y las dudas de este último cuando comienza a sentir cierto respeto y admiración hacia Hanssen, dudando de la veracidad de que sea, como le han dicho sus superiores, un pervertido sexual.

Es cierto que el personaje de Hanssen quizá podría haberse aprovechado mejor, incidiendo más en su inteligencia y experiencia. Sin embargo, tras una frialdad inicial un tanto hostil hacia su nuevo ayudante, Eric O'Neill, el guión se centra casi por completo en la obsesión de Hanssen por la religión, dejando muchos otros detalles de su personalidad en el tintero.

Pero quizá sea la relación entre O'Neill y su esposa (Caroline Dhavernas), con la un tanto tópica curiosidad de ella hacia el trabajo de su marido, la parte menos solvente del film. Entiendo que cumpla su función para dar algo de variedad y alternativas al devenir del relato, pero es lo menos sólido de la historia y donde el guión pierde originalidad. 

Esta relación entre el topo y el joven agente es, por tanto, la base de El espía y hay que reconocer el mérito del guión al saber mantener el interés durante toda la duración de la cinta solamente con este juego de personalidades. También debemos reconocer el gran trabajo de Chris Cooper, que llena la pantalla con su sola presencia y dota a su personaje de multitud de matices inquietantes. Ryan Phillippe, sin llegar a su altura, cumple con cierta solvencia. En el trabajo de ambos se sustenta parte del buen funcionamiento de la historia. Tampoco hay que olvidar a Laura Linney, con menos presencia pero demostrando su talento cada vez que sale en escena.

Sin ser una película excepcional, ni mucho menos, la originalidad del planteamiento, el buen hacer de los actores y la eficacia del guión hacen que El espía merezca nuestra atención.

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