Dirección: Gus Van Sant.
Guión: Matt Damon y Ben Affleck.
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Jean-Yves Escoffier.
Reparto: Matt Damon, Robin Williams, Ben Affleck, Minnie Driver, Stellan Skarsgård, Casey Affleck, Cole Hauser, Philip Williams, John Mighton.
Will Hunting (Matt Damon) es un chico de 20 años con un cerebro de un genio. Sin embargo, a nivel personal, está traumatizado por una infancia de malos tratos.
Amigos desde pequeños, Ben Affleck y Matt Damon escribieron el guión antes de alcanzar la fama como actores. ¿El premio? No solo lograron vender el guión, sino que recibieron la recompensa de ganar un Oscar con él.
Sin embargo, bien mirada, El indomable Will Hunting (1997) no deja de ser una película un tanto previsible y no demasiado elaborada. El guión contiene una buena cantidad de tópicos, incluido el esperado final feliz. Y si Will Hunting está marcado por una infancia de malos tratos, lo que ningún psicólogo logra descifrar al principio, cuando no parece un trauma tan extraño, su terapeuta Sean Maguire (Robin Williams) también deberá enfrentarse a sus propios demonios, como son el no haber superado la muerte de su esposa, dos años atrás, ni haber resuelto aún sus diferencias con su amigo de la universidad, Gerard Lambeau (Stellan Skarsgård). Cuando Maguire ayude a Will a perder sus miedos, también logrará enfrentarse a los suyos. Me parece algo muy peliculero, sinceramente.
Pero es que el guión necesita intensidad, algo que lo lleve adelante. De ahí también la típica historia de amor, que encaja bien en el entramado, pero donde se echa de menos algo más fuerza en la misma, que queda en realidad en poca cosa. Pero, sinceramente, pienso que todo el film peca de ser un tanto blando.
El que consigue realmente elevarlo, hacer de cada una de sus apariciones en pantalla todo un espectáculo y una gran lección de cómo actuar es Robin Williams. Su sola presencia vuelve sus escenas totalmente convincentes, realistas y emocionantes, más allá de que lo sean realmente. El que obtuviera el Oscar como mejor secundario es absolutamente merecido.
Las escenas de Maguire en su terapia con Will justifican por sí solas el que veamos la película. Son las más intensas, pero también de dónde podemos sacar más en limpio sobre los problemas personales y el camino para afrontarlos, lo que en el fondo es el auténtico meollo del film. Más que sobre un genio, la película nos habla de los problemas de la vida: cómo superar los traumas de la infancia, cómo no rendirse, cómo reunir el valor necesario para huir del camino más fácil; cómo madurar, más allá de cumplir años. Aquí reside la esencia de El indomable Will Hunting. Y es es esos momentos donde logra elevarse sobre sus limitaciones y ofrece algo más que una historia bastante normalita. Y se lo debemos en gran medida a Robin Williams.
El resto del reparto cumple sin más, pero palidecen al lado de Williams, en especial Stellan Skarsgård, que no me resultó para nada convincente en su papel de profesor de matemáticas. Aunque no deja de ser una apreciación personal.
Sin ser un film excepcional, hemos de agradecerle al menos que se salga de ese cine más orientado al consumo puro y duro y al menos logre ofrecernos una historia que nos invite a reflexionar, que nos dé algo a lo que hincarle el diente. Podría haberse pulido algo más, es cierto, pero me quedo con los aciertos.
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