El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 17 de marzo de 2012

Esencia de mujer



Dirección: Martin Brest
Guión: Bo Goldman (Remake: Ruggero Maccari)
Música: Thomas Newman
Fotografía: Donald E. Thorin
Reparto: Al Pacino, Chris O'Donnell, Gabrielle Anwar, James Rebhorn, Philip Seymour Hoffman, Richard Venture, Bradley Whitford, Ron Eldard

Esencia de mujer (1992) es el remake de la película italiana Perfume de mujer (Dino Risi, 1974), aunque tomándose bastantes licencias respecto a la original, por lo que cada una merece un tratamiento diferenciado.

Frank Slade (Al Pacino) es un malhumorado teniente coronel retirado por culpa de su ceguera. Cuando su sobrina, con quién vive, decide irse de viaje durante el fin de semana del Día de Acción de Gracias, contrata a un joven estudiante, Charlie Simms (Chris O'Donnell), para que lo cuide. Pero Frank tiene otros planes: irse a Nueva York para disfrutar de un fin de semana de lujo y se lleva a Charlie con él.

Sin duda se trata de una película para el lucimiento y mayor gloria de Al Pacino, que tiene que dar vida a un militar alcoholizado, amargado y obsesionado con las mujeres. Su actuación se hizo merecedora de un Oscar al mejor actor y es verdad que su trabajo está a una gran altura, pero aún así no termina de maravillarme. Es verdad que está más comedido que en otros trabajos suyos, pero uno tiene la sensación de estar viendo al actor haciendo de ciego y no a un ciego de verdad. En todo caso, su actuación sostiene en pie toda la película y es de esos trabajos que tanto impresionan y que llevan el Oscar grabado a fuego.

Siguiendo con el reparto, Chris O'Donnell es el otro pie en que se apoya la historia y a decir verdad su trabajo me pareció más natural que el de Pacino. Más creíble, más sincero. En algunas escenas resulta verdaderamente conmovedor. El resto de actores no tienen en realidad demasiado juego en la historia. Destacar, eso sí, la presencia de un jovencito Philip Seymour Hofffman, con sus tics habituales ya presentes, y el siempre interesante James Rebhorn, tan natural y convincente como de costumbre.

Centrándonos en la película, la verdad es que un film engañoso. Por un lado, la historia tiene mucha miga y está llena de posibilidades. La dirección es correcta y no se anda por las ramas. Pero por alguna razón, la película no me termina de convencer.

Por un lado, creo que es excesivamente larga. Pienso que le sobran bastantes minutos en su parte central, y no es que pueda decir que secuencias sobran, es sólo que terminé un tanto cansado de las peripecias del coronel y su acompañante por Nueva York. Quizá por previsibles, quizá por carecer realmente de intensidad, emoción y verosimilitud. Y es que la situación, desde el comienzo, cuando Charlie conoce a Frank y éste lo trata con absoluto desprecio, no resulta creíble. Cualquiera hubiera rechazado el trabajo, no tiene sentido que Charlie acepte. No es creíble.

Pero es que, además, los diálogos tampoco terminan de cuajar. Me sucedía que en algunas situaciones estaba esperando una conversación sorprendente o una réplica con fuerza y me encontraba con frases banales y tópicos un tanto forzados, además cierta obscenidad gratuita. Y esa gratuidad tal vez venga motivada por el hecho de que la supuesta pasión de Frank por las mujeres y el sexo no está acompañada en realidad por ninguna imagen que la justifique o la sostenga. De hecho, la única escena en que ello podría suceder, cuando se acuesta con una puta de lujo, nos es escamoteada muy puritanamente.

El colmo de la incredulidad llega, además, en las escenas claves de la película. Una es cuando Frank intenta suicidarse (vaya decisión la del suicidio, anunciada a un desconocido a la primera ocasión, por cierto) y termina amenazando a Charlie. La escena pierde toda la fuerza al no resultar convincente ni plausible en ningún momento. El que quieras terminar con tu vida no justifica que te vuelvas un asesino. La escena del Ferrari resulta también increíble, así como que un policía no descubra la ceguera del conductor. Y, como colofón, el desenlace en el colegio de Charlie: es tan previsible, resulta tan "americano" en el peor sentido de la palabra... y eso que contiene quizá lo mejor en diálogos de la película, pero de nuevo es excesivo y demasiado simplista.

No sé si por tener que abreviar, pues el film ya duraba demasiado, pero toda la parte final resulta precipitada, sensiblera y suena a componenda barata. Frank encuentra el amor de golpe, se reconcilia con los hijos de su sobrina, vuelve a tener ganas de vivir... todo muy bonito, muy correcto y muy poco convincente. El típico final feliz, pero muy mal planteado.

Tal vez, parte del problema de Esencia de mujer es que no llega a traspasar la superficie. Tanto el planteamiento como el acercamiento a la figura de Frank e incluso a la de Charlie me resultan muy superficiales. El director se queda con lo efectista, lo evidente (el malhumor, las frases obscenas de Frank) y no es capaz de llegar al alma de los personajes. De ahí que resulten algo fríos y que nos emocionen más que en muy contadas ocasiones.

Eso sí, la escena del tango es para disfrutarla, saborearla con pasión. Tal vez porque parece un oasis en medio del resto de la cinta, por el precioso tango, por la belleza de Gabrielle Anwar, por lo que sea, pero es una escena que se te queda grabada y con la que disfruté verdaderamente.

Además del Oscar a Al Pacino, la película obtuvo tres nominaciones más (película director y guión), si bien no ganó ninguno de ellos.

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