El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 28 de abril de 2013

La fiera de mi niña



Dirección: Howard Hawks.
Guión: Dudley Nichols, Hagar Wilde (Historia: Hagar Wilde).
Música: Roy Webb.
Fotografía: Russell Metty (B&W).
Reparto: Katharine Hepburn, Cary Grant, Charles Ruggles, May Robson, Walter Catlett, Barry Fitzgerald, Fritz Feld, Leona Roberts.

David Huxley (Cary Grant) es un paleontólogo algo despistado que solo vive para su trabajo. Tras años de laboriosa búsqueda, está a punto de terminar la reconstrucción del esqueleto de un brontosaurio, del que sólo le falta una clavícula intercostal. También está a punto de casarse con su secretaria. Pero todo cambiará cuando se tope, por casualidad, con una alocada joven que se sentirá irremediablemente atraída por él.

La fiera de mi niña (1938) está considerada unánimemente por la crítica como una obra maestra de la comedia. Y más concretamente de la screwball comedy, es decir, de la comedia disparatada o loca, un género que nació en Hollywood en los años treinta del siglo XX y tuvo bastante éxito durante la década de los cuarenta. Es más, podemos afirmar que esta película sirvió de modelo e inspiración a muchas comedias locas posteriores, incluso algunas bastante recientes.

Sin embargo, la película fue un fracaso en el momento de su estreno. Ni crítica ni público respaldaron el proyecto. Tanto fue así que la RKO decidió despedir a Howard Hawks, con quién tenía pactadas otras cinco películas, según un contrato firmado en 1937.  "El problema es que los personajes se comportan todos de forma demasiado alocada, sin que exista ningún personaje normal para compensar", comentó Howard Hawks en su momento en busca de una explicación al fracaso de su película. Solo el paso de los años fue haciendo que La fiera de mi niña fuese ganando prestigio hasta estar considerada actualmente como una de las señas de identidad de la comedia clásica norteamericana.

La base del film es la guerra de sexos y, en este caso, es la mujer la que logra salir triunfadora. Y es que en esas comedias, sorprendentemente en relación a la evolución posterior del cine, las mujeres tenían verdadero protagonismo y una fuerza que luego irían perdiendo. Susan (Katharine Hepburn) logra ir desmontando paso a paso el ordenado mundo de David, ridiculizándolo constantemente, destrozando su vestuario o robándoselo, hasta el momento cumbre en que David tiene que ponerse ropa femenina. Es un planteamiento muy moderno, adelantado a su época, lo que también puede ayudar a explicar el frío recibimiento de La fiera de mi niña en su estreno.

Sin embargo, a mí personalmente no es una película que me guste especialmente, seguramente por no haber sabido o podido entrar en su alocado planteamiento. Posee cierto encanto, indudablemente, en especial al contar con un reparto excelente encabezado por Gary Grant, un actor con experiencia ya en el género y que no pierde nunca su elegancia y su compostura, aún en las situaciones más ridículas, y la fantástica Katharine Hepburn, a la que el proyecto le hacía especial ilusión al brindarle la oportunidad al fin de trabajar en una comedia, pues hasta entonces había interpretado solamente papeles dramáticos. Fue precisamente la actriz y Hawks los que convencieron a la RKO para que se rodase la película.

Pero dejando al lado el reparto, sin duda lo mejor de la película, encuentro que el guión está cogido con alfileres y me resultó tan forzado y tan artificioso que en ningún momento logré meterme en la historia. Es lógico que al tratarse de una screwball comedy el argumento tenga sus extravagancias y sus puntos absurdos, pero ello no impide que pueda tener un armazón más o menos plausible y ésta película carece de él.

Para empezar, la atracción o el interés inicial de Susan (Katharine Hepburn) hacia David parece del todo incongruente. Más bien se podría achacar a un capricho que al verdadero enamoramiento que dice sentir. Por otro lado, algunos personajes parecen meras caricaturas, especilamente David, científico adornado con toda suerte de tópicos sobre su profesión, mientras que otros rozan claramente la imbecilidad, como el sheriff o el psicólogo. Tampoco la presencia del leopardo, básico en la historia y que para colmo luego se transforma en dos, me resulta realmente convincente y resulta otro elemento más traído un poco a la fuerza.

Estoy pensado en comedias de este estilo, como Arsénico por compasión (Frank Capra, 1944) por ejemplo, donde partimos también de una idea absurda pero donde el guión consigue explotarla con maestría y originalidad. Comparando el resultado de ambos films, es evidente para mi gusto que La fiera de mi niña se ha quedado en el chiste fácil, la exageración y la repetición cansina como base de la comicidad.

Puede que el paso de los años le esté pasando factura. El caso es que, al tratarse de una comedia, uno espera reirse con la historia y, sinceramente, la mayor parte de las bromas y situaciones me resultaban bastante evidentes y demasiado infantiles como para resultarme graciosas.

Repito que es una apreciación personal. No cabe duda que es un film imprescindible del género. Y dada la fama de esta película no puedo menos que recomendarla y que cada cual saque sus conclusiones.

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