El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 22 de octubre de 2017

El encargo



Dirección: David Grovic.
Guión: Paul Conway y David Grovic.
Música: Tony Morales y Edward Rogers.
Fotografía: Steve Mason.
Reparto: John Cusack, Rebecca da Costa, Robert De Niro, Crispin Glover, Dominic Purcell, Martin Klebba, Sticky Fingaz.

Jack (John Cusack) es un matón a las órdenes de Dragna (Robert De Niro), un mafioso medio sádico, medio filósofo. Para ponerlo a prueba, Dragna le encarga un trabajo tan sencillo como misterioso: recoger una bolsa y aguardar en un motel a que vaya a buscarla;  pero bajo ningún concepto debe mirar lo que guarda en su interior.

El encargo (2014), primer film como director de David Grovic, es una película interesante en muchos aspectos, pero también con ciertos detalles que impiden que se convierta en un thriller redondo. Según cómo lleguemos a preciar sus virtudes y a sopesar sus defectos, la balanza se inclinará hacia un lado u otro.

Para empezar, es evidente que Grovic no quiere hacer un thriller convencional, con lo que la trama arranca con el encargo de Dragna y, de golpe, da un salto para situarnos justo en el instante después de que Jack consiga la misteriosa bolsa. Este detalle ya nos da una pista de las intenciones del director, deseoso de marcar la historia con un sello personal.

Y esta personalidad se plasma sobre todo en la atmósfera que envuelve casi toda la película, con el sórdido motel, la noche, las sombras, los diferentes personajes que van surgiendo de la nada, cada uno con un sello peculiar... Y digo que surgen de la nada porque el guión no se preocupa de presentarlos ni de aclarar quienes son ni que hacen ahí. Y ello añade misterio, incertidumbre y cierta tensión, que es lo que pretende conseguir Grovic desde el primer minuto, con la misteriosa bolsa que no debe ser abierta bajo ningún concepto. Y es que el misterio, la incertidumbre, es la clave de El encargo, lo que hace que permanezcamos anclados a la butaca. Es algo tan elemental como eficaz: crea un misterio y la curiosidad hará el resto.

Por desgracia, a veces el misterio no es suficiente y se necesita una tensión constante, un ritmo, un engranaje que alimente y mantenga el interés. Y hay algunos momentos en que la espera en el motel se hace demasiado larga, con situaciones que no parecen aportar demasiado a la intriga y que alargan sin necesidad el ansiado desenlace. Es quizá uno de los mayores defectos del trabajo de David Grovic, perder a veces el hilo, la tensión, y dejar que la historia tenga algunos bajones.

Afortunadamente, la película cuenta con bastantes situaciones curiosas y giros inesperados, con brotes repentinos de intensidad y algún que otro toque casi surrealista, de manera que siempre estamos atentos, porque cuando menos se espera surge algún personaje o situación que provocan un pequeño cataclismo en la trama.

Sin embargo, como suele suceder con demasiada frecuencia, es el desenlace lo menos conseguido. Y es que cuando la intriga es demasiado alta, las expectativas de un final a la altura también lo son. Y el desenlace de El encargo me pareció algo chapucero, muy poco creíble y demasiado preocupado por aclarar detalles de la trama que no exigían ser aclarados. Al final le hubiera venido mejor un poco de esa dosis de misterio que contiene el film, por coherencia con el argumento y por mero sentido común. Lástima que Grovic decidiera ser demasiado explícito y no muy convincente.

En cuanto al reparto, destacar una vez más a John Cusack como un actor magnífico. Lástima que a veces los papeles no estén a la misma altura que su talento. En cuanto a De Niro, pues está ya al final de su carrera, sin nada que demostrar, haciendo aquello que quiere. Pero no cabe duda que conserva una presencia magnética y en esta ocasión, su trabajo, al comienzo y al final de la película, es más que correcto.

El encargo no es un thriller perfecto, pero consigue mantenernos en vilo, sin saber qué nos deparará la siguiente secuencia, y eso es ya un punto a su favor, pues logra meternos de lleno en su misteriosa trama.

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