El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 23 de octubre de 2017

Non-Stop (Sin escalas)



Dirección: Jaume Collet-Serra.
Guión: Christopher Roach, John W. Richardson y Ryan Engle.
Música: John Ottman.
Fotografía: Flavio Martínez Labiano.
Reparto: Liam Neeson, Julianne Moore, Scoot McNairy, Michelle Dockery, Lupita Nyong'o, Nate Parker, Corey Stoll, Linus Roache, Omar Metwally.

Bill Marks (Liam Neeson), un agente del servicio aéreo con serios problemas personales, se embarca en un vuelo de Nueva York a Londres como un día de servicio más. Sin embargo, poco después de despegar, empieza a recibir mensajes en su móvil en los que le exigen un rescate millonario o los pasajeros irán muriendo cada veinte minutos.

De nuevo una película de acción e intriga que promete mucho más de lo que ofrece. De nuevo un cine sin sustancia, con gran presupuesto y pocas ideas. Y es que Non-Stop (2014) es de esas propuestas plagadas de pequeñas trampas para jugar al despiste con el espectador, único recurso que encuentran los guionistas para hacer que la historia se mantenga en pie.

Y es que jugar con la intriga es interesante y puede funcionar muy bien para atrapar al espectador si ésta, la intriga, es mínimamente coherente. Sin embargo, en esta ocasión nos encontramos con un argumento llevado al límite, tramposo y muy poco creíble.

Nos damos cuenta muy pronto que todo parece cogido con alfileres, como el hecho de que el malvado de turno, por ejemplo, conozca la vida de Bill Marks con pelos y señales o que la cuenta donde ha de ingresarse el dinero que solicita el asesino esté precisamente a nombre de Bill.

Al situar la acción en un avión, es evidente que nadie puede escapar, lo que añade un toque claustrofóbico y algo morboso al asunto. Pero también parece simplificar la tarea del policía, de ahí que los guionistas recurran al juego del engaño, insinuando que cualquiera podría ser el malo, desde el copiloto a la amable pasajera (Julianne Moore) con quién ha trabado conversación Bill. Incluso se retuerce el guión de manera sorprendente, poniendo en duda la integridad de Bill. Y es que si hay que crear confusión, que ésta sea total, parecen decirse los creadores de la historia.

Así, cada rostro, cada gesto da pie a una nueva sospecha, en un juego un tanto infantil que pronto resulta aburrido. Además, este juego nos hace sospechar que el malo puede ser al final cualquiera, en uno de esos desenlaces sorpresa tan habituales en películas malas. Y por desgracia eso es más o menos lo que sucede: un desenlace banal, increíble, atropellado y casi cómico donde la intriga, lo poco que queda de ella, deja paso al cine de palomitas, con explosiones, peleas, amenazas, tensión, aterrizaje forzoso y hasta un comienzo de romance. Vamos, un cúmulo de tópicos no demasiado convincentes apoyados en una dirección nerviosa y un despliegue de efectos especiales apabullante.

Si he de salvar algo de esta historia, sería el trabajo de Liam Neeson, un actor con una presencia rotunda y un talento a prueba de bombas, si bien me sigue costando mucho verlo en este tipo de papeles.

En resumen, una película bastante normal, mero cine de entretenimiento, lastrada sin duda por un guión muy flojo y un tanto absurdo, donde prima lo efectista y donde el sentido común brilla por su ausencia.

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