El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Los tres mosqueteros



Dirección: George Sidney.
Guión: Robert Ardrey (Novela: Alejandro Dumas).
Música: Herbert Stothart.
Fotografía: Robert H. Planck.
Reparto: Gene Kelly, Lana Turner, June Allyson, Frank Morgan, Van Heflin, Robert Coote, Angela Lansbury, Vincent Price, Reginald Owen, Gig Young, Keenan Wynn, John Sutton.

Francia, siglo XVII. El joven gascón D'Artagnan (Gene Kelly) emprende viaje a París con la intención de ingresar en el cuerpo de los mosqueteros reales.

Esta versión cinematográfica de 1948 de la obra Los tres mosqueteros es, seguramente, la más conseguida de todas, por espectáculo, por colorido, por glamour y por reparto. Un ejemplo del cine como lo concebía la Metro en los años dorados del séptimo arte.

Para dirigir la película, la Metro recurrió a uno de los directores de la casa, George Sidney, un especialista en comedias musicales, lo cuál le venía muy bien a la estrella de Los tres mosqueteros, Gene Kelly, el impulsor principal del proyecto. De hecho, las coreografías de las luchas a espada tienen algo de números musicales sin música, donde Kelly demuestra su excelente forma física y su gusto por las acrobacias. Son estas coreografías, sin duda, lo más reseñable de la película, orientada sin complejos al mero espectáculo con fines exclusivamente de entretenimiento.

Es por eso que Los tres mosqueteros se decanta abiertamente por el tono de comedia, en especial en su primera parte, si bien nunca perderá ese elemento, quedando relegado solo en los momentos más intensamente dramáticos, que se centran en el tramo final de la historia.

Y es ese tono de comedia, junto a lo denso del relato, lo que hacen que la película pierda, por un lado, intensidad dramática y, por otra parte, profundidad. George Sidney pone el énfasis en las luchas a espada, brillantemente orquestadas, dejando un tanto de lado el desarrollo de los personajes y de la trama, que se plantea y se resuelve un tanto apresuradamente. De esta manera, los complots de Richelieu, las disputas con Inglaterra o los romances de la reina Ana de Austria (Angela Lansbury) con el duque de Buckingham (John Sutton) se presentan siempre de manera un tanto esquemática, supeditados siempre a las escenas de acción, pues la película busca siempre el mayor dinamismo, el espectáculo y el ritmo frenético.

Otro aspecto sin duda destacable es el excelente reparto, con un ágil y dinámico Gene Kelly que, a pesar de resultar demasiado mayor para su papel, aporta una vitalidad y un encanto a su D'Artagnan envidiables. A su lado, una hermosa y amenazadora Lana Turner, en uno de sus más recordados papeles de su carrera, donde luce una belleza deslumbrante. Destacar también a Van Heflin, como el bebedor y atormentado Athos o al astuto y conspirador Cardenal Richelieu al que da vida un magnífico Vincent Price. Y, claro está, en contraposición a Lana Turner tenemos la dulzura de June Allyson que, sin ser una belleza, sí que está particularmente hermosa gracias al maquillaje, el vestuario y la maravillosa iluminación de Robert H. Plank.

Es este cuidado por los detalles, como la vestimenta, los decorados, la música, con pasajes de Tchaikovsky, y la iluminación, con un papel muy destacado de los colores, un aspecto muy importante de la producción, con ese estilo lujoso y brillante de la Metro, buscando siempre de deslumbrar al espectador.

A pesar del lujo y esmero del estudio, Los tres mosqueteros solo obtuvo una nominación a los Oscars, a la mejor fotografía.

Cine de otra época que visto hoy en día puede parecer algo simple o ingenuo, Los tres mosqueteros es una de esas películas que ejemplifican como ninguna el sentido del cine de aventuras de la época clásica de Hollywood. Puede que no sea la mejor del género, pero sin duda ofrece un espectáculo maravilloso, lleno de agilidad, elegancia, lujo y pasión y que trasmite una vitalidad contagiosa. Un clásico del género indispensable.

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