El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 20 de diciembre de 2021

¡Ave, César!


 

Dirección: Joel Coen y Ethan Coen.

Guión: Joel Coen y Ethan Coen.

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Roger Deakins.

Reparto: Josh Brolin, George Clooney, Alden Ehrenreich, Tilda Swinton, Scarlett Johansson, Channing Tatum, Ralph Fiennes, Max Baker, Veronica Osorio, Heather Goldenhersh, Frances McDormand.

Hollywood, años 50. En medio de una superproducción, la estrella de la película es secuestrada por un grupo que se hace llamar "El futuro".

¡Ave, César! (2016) lleva el sello de los Coen: una comedia diferente, original, de una factura impecable, algo surrealista por momentos. En resumen, una propuesta diferente a lo que habitualmente nos ofrecen otras comedias.

En esta ocasión, el centro de la acción es un estudio de Hollywood y más en concreto el día a día de su director de producción, Eddie Mannix (Josh Brolin), que deberá lidiar con actores, directores, presupuestos, montajes... en interminables jornadas laborales. Esto le sirve a los Coen para hacer una divertida y excéntrica visita al mundo del cine, al Hollywood de los años 50. Es una visita entre tierna y satírica donde tocan un poco todos los aspectos más destacados de la industria.

Por un lado, el tema de la creación artística y sus pequeños problemas, como no poder contratar al actor deseado o que la estrella del musical esté embarazada y de un humor de perros. O las imposiciones del mandamás de la empresa, aunque sean un sinsentido. Pero quizá lo más interesante sea la mención a la presencia de comunistas en el seno de la industria, en concreto un grupo de guionistas, lo que nos lleva al famoso tema de la Caza de Brujas, si bien aquí todo es abordado desde un punto de vista tan absurdo como ridículo y que depara los momentos más divertidos de la película.

Con una fotografía realmente deslumbrante, los Coen aprovechan las posibilidades del argumento para regalarnos un par de números musicales espectaculares: el de la piscina, claro homenaje a las películas de Esther Williams, y el de los marineros, que nos lleva directamente a Levando anclas (George Sidney, 1945). Es una delicia disfrutar de ellos, a pesar de que pudieran resultar algo forzados o que interrumpen el ritmo de la historia. 

Pero, además del musical, hay también un homenaje al western clásico, encarnado en este film por el personaje interpretado por Alden Ehrenreich y que nos puede recordar a Roy Rogers, cowboy y cantante muy famoso en películas de serie B en los años 50.

Y, claro está, el principal homenaje es al cine histórico, a las películas de romanos con una clara referencia a Quo Vadis? (Mervyn LeRoy, 1951) y a Ben-Hur (William Wyler, 1959).

El argumento en realidad es un puzzle de pequeñas historias entrelazadas por la figura de Mannix. A pesar de que este puzzle está bastante bien hilvanado, se queda uno con la sensación de que se trata de un film sin una clara unidad y, especialmente, sin un punto de interés que nos atrape. Es cierto que el secuestro es el tema principal, pero tanto su desarrollo como su desenlace están tratados de manera ligera, a veces precipitada, y no es suficiente para mantener el pulso durante el largo metraje del film.

La sensación general es que se trata de una diversión de los hermanos Coen con un envoltorio precioso y un reparto magnífico, pero que no tiene la entidad o la genialidad de otros trabajos suyos. A pesar de ello, para los amantes del cine dentro del cine, y del cine a secas, no deja de ser un relato con buenos momentos y ese sello personal que esta pareja de directores-guionistas sabe imprimir a sus creaciones.

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