El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 27 de enero de 2025

Carol



Dirección: Todd Haynes.

Guión: Phyllis Nagy (Novela: Patricia Highsmith).

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Ed Lachman.

Reparto: Cate Blanchett, Rooney Mara, Kyle Chandler, Sarah Paulson, Jake Lacy, John Magaro, Cory Michael Smith, Carrie Brownstein, Kevin Crowley, Nik Pajic. 

Años 50, Nueva York. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven que trabaja como dependienta en unos grandes almacenes, se siente atraída de pronto por una elegante cliente, Carol Aird (Cate Blanchett), que también sentirá lo mismo hacia ella.

Carol (2015) podría servir de ejemplo perfecto de uno de los problemas que encuentro con frecuencia en el cine actual: perfección técnica incuestionable sin su necesaria correspondencia argumental.

Porque es innegable que Carol es una película que en los apartados meramente técnicos y estéticos resulta casi fascinante. La belleza de la fotografía, el buen gusto de Todd Haynes a la hora de llevarnos por el relato, la cuidadosa ambientación... estamos ante una película hermosa de principio a fin.

Incluso la pareja formada por Cate Blanchett y Rooney Mara aportan una calidad indiscutible a su trabajo. Son dos actrices con talento y eso queda más que patente en sus interpretaciones.

Pero algo falla terriblemente en Carol y es la esencia de la historia misma: estamos ante un romance entre dos mujeres en los años cincuenta del siglo XX, un tema muy delicado y que no se admitía con la naturalidad, aún cuestionable en muchos lugares y aspectos, que en la actualidad. Un romance que hace sufrir a las dos mujeres por las dificultades que encuentran, sobre todo por parte de Carol, acosada por su esposo (Kyle Chandler), que no soporta perderla.

Y el director, o el guionista o ambos, son incapaces de afrontar los dos retos esenciales de la historia con eficacia: situar convenientemente el romance lésbico de las protagonistas en su contexto histórico y darle al mismo la intensidad imprescindible a una historia de ese calado. Porque ni en un solo momento de la película me he sentido conmovido, emocionado o identificado con el drama y la pasión que asaltaba a las protagonistas. Haynes ofrece un relato tan frío que te deja indiferente, además de caer en ciertos tópicos innecesarios y desperdiciar el potencial de casi todas las escenas clave de la historia con ese tratamiento distante.

Incluso, creo que su enfoque acaba por perjudicar también el trabajo de las dos excelentes actrices de la película, pues notamos su atracción, pero no nos resulta muy natural, falla algo. Y es que, si lo analizamos bien, apenas sabemos nada de ambas mujeres a nivel íntimo. El argumento se queda siempre en la superficie y no terminamos de meternos en sus cabezas y en sus corazones, de manera que su pasión resulta extraña, distante y no nos llega nunca como habría tenido que hacerlo.

No es justo establecer comparaciones y menos poner en una balanza a Todd Haynes y a David Lean, pero creo que aquellos que hayan visto Breve encuentro (1945), una de las cimas indiscutibles del cine romántico, entenderán mejor a qué me refiero a la hora de explicar las carencias tan profundas que encuentro en Carol

Como decía al principio, el problema de muchas películas actuales es la falta de talento emocional, de la capacidad de adentrarse con sensibilidad e inteligencia en la naturaleza humana y saber transmitirlo con pasión. Y eso es evidente en Carol.

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