Dirección: Lasse Hallström.
Guión: Steven Knight (Novela: Richard C. Morais).
Música: A.R. Rahman.
Fotografía: Linus Sandgren.
Reparto: Helen Mirren, Om Puri, Manish Dayal, Charlotte Le Bon, Michel Blanc, Vincent Elbaz, Juhi Chawla, Amit Shah, Farzana Dua Elahe.
Cuando pierden su restaurante en La India, la familia de Hassan Kadam (Manish Dayal) abandonan el país buscando su futuro en Europa. Tras una estancia en Londres, finalmente se establecen en un pequeño pueblo del sur de Francia.
Un viaje de diez metros (2014) es una película amable y tierna que nos cuenta una historia de esfuerzo y superación de un joven hindú dotado con un talento natural para la cocina que, a base de esfuerzo y apego a su propia cultura, consigue triunfar en un mundo tan exigente como la cocina francesa.
Este es el resumen de una película muy elegantemente dirigida por Lasse Hallström, que nos sumerge en unas imágenes cargadas de preciosismo que casan perfectamente con el espíritu de la historia. El problema fundamental es que la misma carece de originalidad y nada en su desarrollo nos sorprende, ni para bien ni para mal.
Así que estamos ante un bonito relato donde todo va encajando según se espera y según se desea, sin sorpresas y, lamentablemente, sin fuerza. Incluso los momentos más delicados o los personajes malvados, pocos, pero alguno hay, carecen de verdadera entidad, quedando la parte del drama seriamente diluida en medio de un film demasiado plano. Lo más grave, sin embargo, es que tampoco la parte positiva, como el ascenso y triunfo de Hassan o su romance, logra sacarnos del sopor en el que nos sumerge el director que busca lógicamente crear un relato con tintes poéticos pero se olvida de darle consistencia, algo que queda patente en momentos puntuales donde se percibe que estamos en una escena clave de la historia y comprobamos cómo los diálogos no están a la altura ni la emoción brota desde la pantalla.
Y por eso la película llega a hacerse demasiado larga, pues falta algo que rompa el ritmo, faltan momentos especiales que nos sacudan en los asientos, llegando casi a desear que llegue el final, que ya conocemos por anticipado y donde de nuevo el director demuestra una falta de energía preocupante.
La única manera que encontré de darle algo de sentido al relato, que de tan previsible y blando resultaba del todo increíble, era imaginarme que Hallström en realidad nos estaba contando un cuento. Así se podría entender algo tan acaramelado y tenue, tan poco original. Si somos capaces de dar ese paso, tal vez Un viaje de diez metros tenga al fin algo más de sentido.
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