El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 21 de enero de 2025

Corazón rebelde



Dirección: Scott Cooper.

Guión: Scott Cooper (Novela: Thomas Cobb).

Música: Stephen Bruton y T-Bone Burnett.

Fotografía: Barry Markowitz.

Reparto: Jeff Bridges, Maggie Gyllenhaal, Robert Duvall, Colin Farrell, Tom Bower, James Keane, William Marquez, Ryan Bingham, Paul Herman, Rick Dial. 

Bad Blake (Jeff Bridges) es un cantante de country, famoso hace años, que está en plena decadencia: alcoholizado, fumando demasiado y casi arruinado, malvive actuando en bares de mala muerte.

Hay que agradecer a Scott Cooper, en estos tiempos de héroes de acción y guiones estereotipados, que nos ofrezca una película diferente que habla de personas corrientes, de la vida, de la vejez, del fracaso.

Corazón rebelde (2009) nos lleva a acompañar a un viejo músico a punto de tocar fondo, un hombre que ha fracasado a nivel personal, sin conseguir conservar ninguna relación, y a nivel profesional, pues los éxitos del pasado han quedado muy atrás y ahora vive de sus viejas canciones, sin ganas ni fuerzas para crear nada nuevo. Para colmo de males, el que fuera su alumno, Tommy Sweet (Colin Farrell), sí que ha sabido triunfar y ahora Blake ha de hacer de telonero suyo de mala gana empujado por la necesidad.

Pero cuando conoce a la periodista Jean Craddock (Maggie Gyllenhaal), Bad encuentra al fin un motivo por el luchar. Y lo intenta, aunque finalmente su afición a la bebida termina por pasar factura. A pesar de ello, Bad al fin decide rehacer su vida, rehabilitarse y volver a tomar en serio su carrera como músico.

Resumida así, Corazón rebelde no parece nada espectacular y, de hecho, el argumento no resulta especialmente original, transcurriendo por un camino bastante predecible y sin nada realmente que lleve el relato a un nivel especial. Y justamente es eso lo que le da su carácter, lo que hace que Corazón rebelde termine funcionando: con un argumento proclive al drama, a los excesos, Scott Cooper elige el camino tranquilo, discreto, contenido. Y creo que acierta plenamente. Frente a una posible deriva hacia tonos muy cargados, el director nos ofrece una historia que se cuenta casi sola, cargada de momentos duros pero presentados dentro de una normalidad que evita los excesos. Ello no quiere decir que lo que se cuenta no sea demoledor, pero el tono es el preciso para que no nos sintamos manipulados sentimentalmente y disfrutemos del relato con cierta naturalidad. 

Es curioso como en una película tan lenta, con contados momentos de cierta intensidad, donde abundan las canciones, no tengamos nunca la sensación de que sobra metraje. Cooper consigue el milagro de hacer que todo lo que se cuenta nos interese, consigue meternos en la vida de Bad Blake, un don nadie en realidad para nosotros, y que nos interese lo que le sucede.

Pero claro, el director cuenta con una ayuda inestimable: un reparto espectacular. Jeff Bridges está realmente increíble, con una naturalidad que nos atrapa desde el primer minuto. Ni abusa de sus vicios ni da asco, sencillamente está ahí y lo creemos, sentimos su vacío, su cansancio, cómo se desliza hacia la ruina sin frenos, pero jamás da lástima. Es un personaje de carne y hueso. Lo mismo que Maggie Gyllenhaal, increíblemente dulce y decidida a la vez. Vemos cómo se va enamorando de ese perdedor y nos convence sin fisuras de ello, de su amor. Colin Farrell y Robert Duvall, ambos con una participación más testimonial, completan un reparto que al final es uno de los grandes pilares en los que Cooper se apoya.

No creo que podamos decir que Corazón rebelde sea una obra de arte, pero tampoco creo que lo pretendía. Lo que sí que me parece es que es un film honesto, realizado con buen gusto y mesura. Una historia no muy alegre que nos demuestra que un cine más dirigido a un público adulto es posible.

Además del Oscar de Bridges, la cinta ganó otro a la mejor canción.

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