El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 14 de julio de 2012

La impetuosa




Dirección: George Cukor.
Guión: Ruth Gordon y Garson Kanin.
Música: David Raskin.
Fotografía: William H. Daniels.

Reparto: Spencer Tracy, Katharine Hepburn, Aldo Ray, William Ching, Jim Backus, Sammy White, Chuck Connors, Charles Bronson.

Patricia Pemberton (Katharine Hepburn) es una atleta excepcional en diversas disciplinas, pero tiene un problema: en presencia de su novio Collier (William Ching) se bloquea por completo. Por ello es por lo que pierde un torneo de golf y por lo que decide triunfar por su cuenta para superar esa dependencia de Collier, para lo que se pone en las manos de un estricto manager deportivo, Mike Conovan (Spencer Tracy).

Nueva colaboración de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, la séptima para ser exactos, y de nuevo un argumento donde se plantea la guerra de sexos, si bien de un modo algo más secundario que otras películas de la pareja, no en vano el guión fue escrito por Gordon y Kanin, autores de La costilla de Adán (George Cukor, 1949). Y como vemos, de nuevo Cukor a los mandos. Sin embargo, en esta ocasión el resultado no es tan brillante como cabría esperar. Puede que el paso de los años no le haya sentado del todo bien a esta comedia.

Por una parte, encuentro que el guión es, visto hoy en día, demasiado ingenuo. El planteamiento es demasiado previsible y, si bien se reivindica la validez de la mujer y su derecho a igualarse con el hombre, es evidente que esa reivindicación, en los años cincuenta, distaba mucho de ser equilibrada. Asi, a pesar de mostrarnos a una Patricia decidida, independiente y luchadora, se van dejando pequeñas muestras de una vieja mentalidad en la que el peso del hombre aún era determinante. Ella logrará el éxito gracias a su esfuerzo, pero también por contar con el apoyo de un hombre.

Sin embargo, ello no es el principal problema de La impetuosa (1952), sino el recurso a tópicos demasiado evidentes y a la vez dibujados de manera demasiado tosca. Me refiero, evidentemente, a la figura del boxeador Davie Hucko (Aldo Ray), que de tan idiota como lo pintan no resulta para nada creíble. Tampoco los mafiosos parecen personas de carne de y hueso, sino simples estereotipos trazados con lápiz grueso para acentuar la supuesta comicidad que, en realidad, no lo es tal. Y es que este es otro fallo del film: el humor de la película es poco sutil, demasiado simplista. La mayoría de las situaciones no resultan ni levemente simpáticas y son escasos los momentos en que se nos sorprende con una buena réplica o una situación ingeniosa. Incluso los diálogos me resultaban a veces toscos, sin chispa. Y por aquí es por donde hace aguas la cinta. Curiosamente, la historia y el guión fueron nominados al Oscar en su momento, pero está claro que el paso del tiempo ha arruinado parte del mismo.

Y por si ello no fuera suficiente, el ritmo tampoco es demasiado ágil. Algunas escenas de torneos, de golf y de tenis, se hacen demasiado largas y no ayuda mucho tampoco el previsible desenlace de las mismas: el bloqueo de Patricia en cuanto cruza una mirada con su novio.

En cambio, la pareja protagonista sigue resultando perfecta, encantadora y maravillosa. Siento especial debilidad por Spencer Tracy, que me parece un prodigio de sobriedad y efectividad. En cuanto a ella, la única pega es que la encuentro demasiado mayor para su papel. Katharine tenía entonces 45 años y se nota en su rostro. Pero su trabajo sigue siendo impecable. Como curiosidad, señalar las breves apariciones de unos jóvenes, pero fácilmente reconocibles, Charles Bronson y Chuck Connors.

La impetuosa es, decididamente, una película más del montón. Podemos verla más por curiosidad que por otra cosa, pues sencillamente no está a la altura de las películas más conocidas y brillantes de George Cukor ni de los protagonistas. Afortunadamente para la película, la presencia de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, si bien no obra milagros, justifica que nos sentemos en la butaca.

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