El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Enigma



Dirección: Michael Apted.
Guión: Tom Stoppard (Novela: Robert Harris).
Música: John Barry.
Fotografía: Seamus McGarvey.
Reparto: Dougray Scott, Kate Winslet, Saffron Burrows, Jeremy Northam, Corin Redgrave, Tom Hollander, Nikolaj Coster-Waldau, Donald Sumpter, Matthew Macfadyen.

Tom Jericho (Dougray Scott) es un brillante matemático que ayudó a los servicios secretos británicos a descifrar las claves secretas de las comunicaciones nazis. Sin embargo, Tom sufrió una crisis emocional por culpa de Claire (Saffron Burrows), la mujer de la que estaba enamorado, lo que le llevó a pasar una temporada de reposo. Cuando los nazis cambiaron de nuevo sus claves, el servicio secreto recurre de nuevo a él y en ese preciso momento, Claire desaparece.

Vuelta a los films de espionaje, uno de los géneros más interesantes y apasionantes sobre el papel, pero muy complicado de llevar a la pantalla por culpa, principalmente, de la habitual complejidad de las tramas de estas películas, frecuentemente adaptaciones de novelas, como es el caso de Enigma (2001). Y en un libro, el autor puede jugar con mucha más profundidad con los personajes y las historias que el cine. De ahí que en este tipo de películas lo primero que ha de valorarse es contar con un guión lo suficiente bueno para engancharnos al relato, pero a la vez claro y conciso para que el espectador no se pierda en el intento de seguir la intriga. En el caso de esta película, Tom Stoppard nos sirve un guión enrevesado que no hace más que complicarnos la vida y, por ello, limita nuestras posibilidades de disfrutar y vibrar con la historia.

La primera parte de la película es bastante tediosa porque nos encontramos del todo perdidos. Enigma arranca llena de indicios pero sin ninguna certeza. Así que nos pasamos la primera parte del film intentando casar las piezas del puzzle que nos sirve Stoppard. Al fin, cuando empezamos a comprender algo más a los protagonistas, la historia se complica por culpa de mensajes cifrados que no sabemos muy bien qué significan, ni quién los hizo desaparecer, ni porqué Claire los ocultaba en su vivienda. Para colmo, por si el guión no fuera lo bastante enrevesado, el director decide que los protagonistas se cuenten sus secretos en susurros en una iglesia, por ejemplo. Es decir, parece que todo el planteamiento está enfocado a hacernos lo más difícil posible seguir el hilo de la historia.

Es evidente que Michael Apted eligió la opción de mantener el misterio sobre Claire y sobre la historia principal el mayor tiempo posible. Es una opción equivocada, desde mi punto de vista, pues nos mantiene a los espectadores en la ignorancia, perdidos y sin terminar de engancharnos a la historia. Un error monumental que hace que Enigma resulte un tanto confusa y fría. Cuando al final llegan las explicaciones, éstas son tediosas, largas y bastante tardías.

Eso sí, el diseño de producción es impecable, lo que unido a una cuidada fotografía, nos ofrece un film técnicamente muy atractivo. El reparto, sin embargo, no termina de convencerme. Dougray Scott me parece un tanto soso e inexpresivo; es cierto que acaba de salir de una crisis emocional, que está abatido por la ruptura con Claire, pero su mirada cansada y lánguida termina por pasar factura a su personaje. Kate Winslet está como desdibujada, por culpa de una caracterización que pretende presentarla como una mujer poco atractiva, si bien el primer encuadre de su mirada termina por desmontar el intento. En cuanto a Saffron Burrows, lo poco que disfrutamos de ella, está deslumbrante, como una aparición, merced a un vestuario y una fotografía fantásticas. Jeremy Northam cumple con el papel menos agradecido de todos, logrando ser especialmente antipático, lo que sin duda se pretendía.

La película, al final, gana un poco en emoción con el desenlace, si bien aquí tampoco nos libramos de un guión un tanto enrevesado que se dedica a jugar a los engaños para mantener la tensión de un final que, de todos modos, no resulta ni demasiado original ni tampoco está resuelto con brillantez.

Así que podemos concluir que Enigma termina por dejarnos un sabor agridulce en la boca. Tenía todos los elementos para convertirse en un film apasionante, la historia ofrecía mil posibilidades pero al final, desgraciadamente, la película se queda en un lujoso envoltorio que encierra un guión farragoso que desaprovecha el potencial de la historia y nos sirve una trama bastante enmarañada que no llega a emocionarnos realmente.

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