El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Novio de alquiler



Dirección: Glenn Gordon Caron.
Guión: Arleen Sorkin, Paul Slansky, Glenn Gordon Caron.
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Paul Sarossy.
Reparto: Jennifer Aniston, Kevin Bacon, Olympia Dukakis, Jay Mohr, Kevin Dunn, Illeana Douglas, Anne Twomey.

Kate Mosley (Jennifer Aniston) trabaja en una agencia de publicidad. A pesar de su talento, no ve sus esfuerzos recompensados como se merece porque, como le explica su jefe (Kevin Dunn), es una joven independiente, sin ataduras, que puede dejar la empresa cuando le de la gana. Es por ello que su compañera y amiga de trabajo Darcy (Illeana Douglas) se inventa un novio para Kate.

Jennifer Aniston triunfaba en la serie de televisión Friends, pero es evidente que la gran pantalla atrae mucho, de ahí que, tras varios pinitos, finalmente Aniston tuviera su primer papel protagonista en el cine con Novio de alquiler (1997), totalmente concebida para su lucimiento personal.

El argumento de Novio de alquiler no es que sea un prodigio de genialidad, sencillamente está ideado para sentar las bases de una serie de enredos sentimentales, que es dónde se asientan normalmente las comedias románticas al uso. En este caso, la amiga de la protagonista se inventa un novio ficticio, Nick (Jay Mohr), para que Kate pueda medrar en su empresa. Pero esta invención tendrá curiosas consecuencias: el amor platónico de Kate, su compañero de trabajo Sam (Kevin Bacon), que la ignoraba por completo, sentirá de pronto una atracción morbosa por tener una aventura con ella una vez que conoce su relación con otro hombre. Pero a su vez, Nick se siente realmente atraído por Kate, por lo que lo que para ella es una simple mentirijilla, para él es la oportunidad de pasar unas horas junto a una mujer que le gusta.

Bien mirado, el argumento nos puede recordar remotamente a Pretty Woman (Garry Marshall, 1900), si bien es conveniente dejar las comparaciones en este punto. Y es que si la película de Marshall derrochaba encanto, glamour y gracia, la de Gordon Caron se queda en el intento.

Y es que no basta con plantear el típico enredo amoroso, en este caso con un triángulo curioso basado en las mentiras y las suposiciones, para que la cosa funcione. Lo primero de todo es conseguir hacer creíble la historia y, a continuación, hacer que los protagonistas nos enamoren. Y en Novio de alquiler  fallan esas dos premisas.

Por un lado, no hay ninguna química entre Jennifer Aniston y Jay Mohr como para que nos traguemos que terminen enamorados. Es muy plausible que él se sienta atraído por Jennifer, pero lo contrario cuesta un mundo asimilarlo. Y es que Jennifer está tan guapa, tan sexy y tan elegante (su vestuario es sencillamente espectacular) que hasta Kevin Bacon a su lado parece un gañán. Es más, viendo contornearse a Jennifer Aniston en esos vestidos tan ceñidos cuesta mucho pensar que esté soltera y sin compromiso, y más aún que su compañero de trabajo la ignore como si pesase cien kilos. Al final, la película nos propone que aceptemos que Kate acaba enamorada del buen corazón de Nick, algo que tampoco termina de resultar realmente convincente.

Pero por otro lado, Kate Mosley termina haciéndosenos antipática cuando finge que el bueno de Nick le ha sido infiel, un Nick que vemos que está completamente enamorado de ella, que bajaría la luna del cielo para hacerla feliz y que finalmente acepta resignado tremenda humillación. De pronto, se rompe el encanto. Deberíamos estar del lado de la protagonista, pero ésta se ha vuelto antipática de repente a nuestros ojos. Incluso deseamos que Nick la mande a paseo. Este fallo argumental es monumental.

Por si todo esto no fuera suficiente, Novio a la fuga peca de una mala dirección que no consigue darle el ritmo adecuado a la historia. Las escenas se suceden sin agilidad, como si los actores reaccionaran con medio segundo de retraso. Los diálogos tampoco son muy brillantes, con lo que muchas situaciones pasan sin pena ni gloria, cuando se supone que hubieran debido emocionarnos o sacarnos una sonrisa. Pero nada de eso sucede. La película carece de magia, de encanto, de sentido del humor y encima no resulta creíble. Un ejemplo del dudoso sentido del humor de los guionistas del film sería la extraña secuencia de la boda en la que Kate recibe avergonzada el ramo de flores por estar soltera, como si dicho estado fuese algo bochornoso.

¿Se puede hacer peor? Pues sí. Desde casi la primera aparición de Nick ya podemos anticipar sin mucho esfuerzo el final de la historia. Y un poco más adelante, hasta intuimos de un modo medianamente certero la escena de la cena, núcleo central de la película, y que no funciona en realidad porque convierte a Kate en una mala persona.

Sin embargo, hay que reconocer que Jennifer Aniston consigue brillar con luz propia, sin duda lo que se buscaba con este film. Su presencia es arrebatadora: sexy y muy natural, consigue adueñarse del protagonismo desde la primera aparición. Por contra, como decía antes, ni Kevin Bacon ni Jay Mohr me parecen a su altura. El primero porque me resulta demasiado macarra y un tanto pasota frente a la belleza fresca de Jennifer; Jay Mohr sencillamente se queda pequeño al lado de ella, parece un adolescente saliendo con la ganadora de un concurso de misses.

Los secundarios, sin embargo, me gustaron mucho más. O quizá debería decir las secundarias, pues creo que tanto Olympia Dukakis como Illeana Douglas consiguen destacar con luz propia del resto de acompañantes.

Me gustaría mencionar de pasada la buena sonora de la película, con temas de Texas, Macy Gray o Donna Summer. Y si bien ya no resulta muy novedoso edulcorar una comedia romántica con pegadizos éxitos musicales, la verdad es que en la elección han demostrado tener muy buen gusto.

Resumiendo, Novio de alquiler puede pasar a la historia por ser la primera película en la que Jennifer Aniston es la protagonista, pero por nada más. Ni la historia funciona ni su puesta en escena merece nuestra aprobación. Recomendable sólo para fans de la protagonista o para entusiastas del género.

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