El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Historia de un soldado



Dirección: Norman Jewison.
Guión: Charles Fuller.
Música: Herbert Hancock.
Fotografía: Russell Boyd.
Reparto: Howard E. Rollins Jr., Adolph Caesar, Art Evans, Denzel Washington, David Alan Grier, David Harris, Dennis Lipscomb, Robert Townsend.

Año 1944, el sargento Waters (Adolph Caesar) es asesinado una noche cerca de su base militar, en Louisiana. Aunque al principio se intenta hechar tierra sobre el asunto, la presión de la opinión pública obliga al Estado Mayor a enviar al capitán Davenport (Howard E. Rollins Jr.), oficial negro, a investigar el crimen.

Bajo la coartada de una investigación sobre un asesinato, lo que le daría a la película un corte bastante conocido, Historia de un soldado (1984) añade un elemento diferenciador, el del racismo, que le otorga a la película una dimensión completamente nueva.

Gran parte del mérito del guión de Fuller, basado en una obra suya, es haber logrado aunar de manera bastante armoniosa ambos aspectos de la trama. Ni el racismo ni la investigación se pisan el uno al otro, corriendo de la mano a lo largo de toda la película, empezando por el hecho de que el militar encargado de la investigación es precisamente negro, lo que crea bastantes suspicacias por parte de los oficiales blancos de la base y bastante extrañeza entre la tropa negra, que nunca habían conocido a ningún oficial de su raza.

La película gira en torno a numerosos flash-backs que van desvelando la identidad y el difícil carácter del sargento asesinado, un hombre obsesionado por las enseñanzas de su padre, que quería que fuera un negro digno, alejado de los acostumbrados negros analfabetos sumisos a los blancos. Esa obsesión lo ha transformado en un militar duro, racista y cruel hacia los de su propia raza, en especial hacia los que consideran que denigran a los negros, por cobardes, idiotas y dóciles. Poco a poco, el capitán Davenport descubre que el sargento era odiado y temido por los hombres a su mando, con lo que sus iniciales sospechas de un crimen racista se van desmoronando.

La otra base de la historia el es racismo. A pesar de alistarse para defender a su país, el ejército norteamericano seguía tratando a los soldados negros con desprecio, manteniéndolos en unidades a parte, sin mezclarlos con los blancos y con oficiales blancos a su mando. Solamente algunos suboficiales podían ser de raza negra.

Si bien la película está narrada con agilidad, es verdad también que los numerosos flash-backs, que uno es capaz de anticipar con claridad, hacen que en algunos momentos el ritmo no sea del todo fluido, con algunos instantes en que el interés baja un poco. Es la intriga sobre quién es el asesino lo que nos mantiene en vilo, cruzando los dedos en que el final está a la altura. Tampoco los diálogos y el reparto me perecieron demasiado inspirados, dejando patente que la película acusa un poco el paso de los años.

El reparto, compuesto en su mayoría por actores negros, cumple con acierto con su trabajo, si bien ningún trabajo destaca especialmente. Howard E. Rollins Jr. me pareció demasiado acartonado y sin carisma y Adolph Caesar un poco sobreactuado. A señalar el papel secundario de un joven Denzel Washington, que ya apuntaba maneras de buen actor.

Afortunadamente, el desenlace es bastante aceptable, dejando una buena sensación de historia bien construida, con lo que la película deja un buen sabor de boca final. En todo caso, quizá resulta un poco precipitado, dejando en evidencia que la denuncia del racismo imperante, tanto en el ejército como en la sociedad norteamericana de la época, finalmente termina imponiéndose como tema principal de la historia.

Historia de un soldado recibió tres nominaciones: mejor película, mejor guión y mejor actor secundario (Adolph Caesar).

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