El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 2 de enero de 2016

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio



Dirección: Steven Spielberg.
Guión: Steven Moffat, Edgar Wright, Joe Cornish (Cómic: Hergé).
Música: John Williams.
Fotografía: Animación.
Reparto: Jamie Bell, Andy Serkis, Daniel Craig, Simon Pegg, Nick Frost, Daniel Mays, Toby Jones, Enn Reitel, Joe Starr, Mackenzie Crook.

El joven periodista Tintín (Jamie Bell) compra en un mercadillo una hermosa maqueta de un barco, El Unicornio. Nada más adquirirla, dos desconocidos le hacen generosas ofertas por el barco, que Tintín rechaza. Poco después, alguien entra en su apartamento y roba la maqueta.

Vaya por delante una pequeña aclaración: Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio (2011) no se basa exclusivamente en el álbum homónimo de Hergé, que quizá no daría para un largometraje completo. De ahí que los guionistas de la película realicen una mezcla de los cómics El cangrejo de las pinzas de oro, El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo, con algunos añadidos de su propia cosecha, para montar una historia nueva. Puede que para algunos puristas ésto sea algo así como una herejía. Sin embargo, si nos atenemos al resultado final, no cabe duda de que la historia funciona y es apasionante.

La película de Spielberg es su primera incursión en el mundo de la animación, pues la película está rodada con la técnica de captura del movimiento de los actores, y en 3D. Y la verdad es que el director de la saga de Indiana Jones nos demuestra una vez más, por si quedaba alguna duda, que sigue siendo un maestro a la hora de dirigir films de aventuras, sean éstos reales o animados.

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio es un espectáculo maravilloso y fantástico que no sólo recoge el espíritu aventurero de los cómics de Hergé, sino que les da una nueva dimensión al convertimos en un espectáculo en movimiento. Nunca es fácil adaptar un cómic a la pantalla, pues son lenguajes diferentes y requieren tratamientos diferentes, algo que a veces se olvida a los que se muestran demasiado apegados al original. Spielberg consigue, siendo fiel al espíritu de los personajes de Hergé, crear una verdadera película de aventuras con vida y personalidad propias, con ritmo, magia, emoción, humor y grandiosidad. Sublime.

La primera parte de la película es más fiel a los cómics en que se basa, y también es más pausada. Conforme avanza la historia, la intensidad y la libertad creativa se van desbocando hasta una explosión de acción que nos deja asombrados y casi sin aliento. Es verdad que algunas escenas son demasiado exageradas, pero recordemos tres detalles: se trata de una adaptación de un cómic, de una película de aventuras y de un film de animación. Spielberg deja de lado la verosimilitud y nos brinda un espectáculo visual único, lleno de fuerza y desbordante de acción y energía. Quizá algunos lo consideren excesivo, pero creo que es todo un acierto.

A pesar de ser un film de animación, la mano de Steven Spielberg está más que presente con ese ritmo endiablado y ese sentido tan suyo y único del espectáculo. Dudo que en manos de otros director hubiéramos disfrutado de un film tan maravilloso.

Así que solo me queda recomendar encarecidamente esta película, tanto a los más leales seguidores de Hergé (su cameo al comienzo de la película es un detalle maravilloso) como a todo aquel amante de las viejas películas de aventuras clásicas. A ninguno de ellos debería decepcionar. Porque es cine en estado puro y es Hergé en movimiento.

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