El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 27 de agosto de 2017

Un puente lejano



Dirección: Richard Attenborough.
Guión: William Goldman (Novela: Cornelius Ryan).
Música: John Addison.
Fotografía: Geoffrey Unsworth.
Reparto: Sean Connery, Edward Fox, James Caan, Dirk Bogarde, Michael Caine, Robert Redford, Anthony Hopkins, Liv Ullmann, Maximilian Schell, Gene Hackman, Ryan O'Neal, Lawrence Olivier, Elliott Gould, Hardy Krüger.

En septiembre de 1944, los aliados planean una invasión de Alemania a través de Holanda que, de tener éxito, podría acortar la guerra un año. Denominan a esa operación "Market Garden".

Dentro de los films sobre la Segunda Guerra Mundial, que son muy abundantes, casi siempre nos encontramos con actos heroicos que dan lugar a gloriosas victorias de los aliados contra los nazis o los japoneses. La historia, como es bien sabido, la escriben los vencedores. Por eso, la primera sorpresa de Un puente lejano (1977) es que cuenta una derrota aliada, una de las más sonadas de aquel conflicto. Sin embargo, a pesar de la derrota, los verdaderos héroes de esta historia son los derrotados, pues la película está vista desde su punto de vista y, a pesar de reconocer los numerosos errores cometidos en la operación "Market Garden", el esfuerzo y el valor de los aliados queda fuera de toda duda. Si no lograron culminar con éxito la misión, fue por causas ajenas a su voluntad, un cúmulo de desgracias y errores que no pudieron subsanar. Eso sí, otro detalle que hay que agradecer es que los alemanes no son presentados como uno despiadados sin corazón. Salvo algún alto mando un tanto inútil, el resto son soldados que defienden su causa, pero también saben ser magnánimos y compasivos con los vencidos.

Quizá lo más destacable de la película, a parte de ese reparto plagado de estrellas, recurso muy al uso en la época para garantizar un buen tirón en taquilla, sea lo fiel que sigue el guión el magnífico libro de Cornelius Ryan, con lo que la película refleja con bastante exactitud y una magnífica puesta en escena, cuidada en cada pequeño detalle, los hechos históricos que describe. Y si eso es una de las virtudes de la película, también es la causa de uno de sus mayores defectos: el film intenta abarcar demasiado y además con la máxima fidelidad posible, por lo que resulta demasiado largo y se pierde dramatismo. La búsqueda de fidelidad hace que la película sea un tanto fría, no da tiempo de profundizar en los personajes ni los detalles y a veces incluso puede resultar algo confusa. Incluso se perciben algunos saltos en el montaje, buscando concentrar la acción a los hechos fundamentales y teniendo que despreciar sin duda mucho metraje.

Sin embargo, hay que reconocer que algunas escenas de lucha están filmadas con gran acierto por Richard Attenborough, un director muy correcto, amante del cine espectáculo, pero un tanto frío, que aceptó el encargo de dirigir esta historia a cambio de garantizarse el dinero necesario para rodar Gandhi (1982). A pesar de su encomiable trabajo, buscando un cierto equilibrio entre la fidelidad histórica y el dramatismo necesario, Attenborough no es David Lean, y su grandiosidad es muy ortodoxa pero sin la genialidad del segundo.

En cuanto al reparto, creo que sobra aclarar que muchas de las estrellas tienen apariciones bastante breves, lo que viene a reforzar la idea de que un reparto así está justificado solamente a efectos de taquilla.

En definitiva, un intento bastante serio de contar un momento crucial de la Segunda Guerra Mundial, con algunos momentos muy logrados, pero que no alcanza a ser un film redondo. Se deja ver, pero no emociona.

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