El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 8 de enero de 2019

Trece días



Dirección: Roger Donaldson.
Guión: David Self.
Música: Trevor Jones.
Fotografía: Andrzej Bartkowiak.
Reparto: Kevin Costner, Bruce Greenwood, Steven Culp, Dylan Baker, Michael Fairman, Henry Strozier, Stephanie Romanov, Kevin Conway, Shawn Driscoll.

En octubre de 1962, unas fotos tomadas por aviones militares estadounidenses revelan que los soviéticos están instalando misiles de largo alcance en Cuba. Será el detonante de una grave crisis en la que el mundo estará al borde de una Tercera Guerra Mundial.

Hoy en día el tema de la Guerra Fría les sonará a mucha gente como algo extraño, pero hubo una época en que la tensión entre los Estados Unidos y la antigua URSS era el pan de cada día, embarcadas ambas potencias en una lucha por la supremacía mundial. Y Trece días (2000) nos cuenta el episodio quizá más dramático y peligroso de esa guerra entre bastidores de esos países, cuando la URSS decidió instalar misiles en Cuba, en una evidente provocación a los Estados Unidos.

El tema es un tanto áspero, quizá no muy atractivo en unos años donde predomina el cine espectáculo y donde los films políticos y sin mucha acción no parecen ser un buen reclamo taquillero. Y, de hecho, el film no fue precisamente un éxito de público. Sin embargo, Roger Donaldson consigue construir un relato muy interesante, a pesar del contenido y de la larga duración de la película, con más de dos horas largas de metraje.

Donaldson demuestra su habilidad como narrador, manteniendo siempre cierta tensión dramática en un film que se basa por entero en diálogos políticos. Tras un comienzo tibio, el director sabe ir aumentando la tensión paulatinamente y, cuando parece que todo se encauza, el guión le da una vuelta de tuerca más al conflicto, con lo que entramos en una dinámica, en el último tramo de la película, en el que no tenemos un respiro. A su vez, tiene el buen tacto de mantener un tono bastante serio y solamente se permite un par de momentos más sensibles, orientados al lado humano del protagonista, Kenneth O'Donnell (Kevin Costner), secretario personal del presidente John F. Kennedy (Bruce Greenwood), pero manteniéndose siempre dentro de unos límites muy convenientes, pues no se trata de un drama personal, sino político, y como tal se trata el argumento, que pretende ser un reflejo bastante fiel de lo realmente sucedido en la Casa Blanca en aquellos interminables días.

Se trata pues de un thriller político que, contra todo pronóstico, resulta un relato apasionante, ágil y tenso, muy bien explicado, donde se observan las tensiones y las artimañas de los defensores de la línea más dura, apoyando una intervención militar inmediata, y la búsqueda por parte del presidente, su hermano Robert y el secretario O'Donnell de una salida diplomática que evitara una guerra nuclear. Aunque no vemos el punto de vista soviético directamente, sí que el guión nos da pistas de que Nikita Kruschev, que no aparece en la película, se vio sometido a las mismas tensiones.

Como conclusión, Trece días insiste en que solamente por la buena voluntad de aquellos políticos se pudo evitar una guerra que parecía inminente. Está claro que esta es la versión de la película y que probablemente nunca se llegará a saber realmente lo que sucedió. Pero es que no se trata de un documental, sino de un film y, dentro de las dudas que podamos tener sobre esta versión de lo sucedido, hemos de reconocer el acierto dramático de lo que cuenta y cómo lo cuenta.

En cuanto al reparto, la verdad es que se nota un gran esfuerzo en lograr el mayor parecido posible de los actores con los personajes históricos que encarnan, lo que es muy notable en el caso de Robert Kennedy, interpretado por Steven Culp, y su hermano John; no solo en el aspecto físico, sino también en los gestos. Costner, sin ser un actor fascinante, sí que tiene una notable interpretación, creíble y muy natural.

En contra de mi primera impresión, he de reconocer que Trece días me resultó un film muy entretenido y apasionante pues, independientemente de las licencias que pueda tener el guión, relata unos hechos de una importancia capital, donde el mundo estuvo al borde de una guerra devastadora, algo que el director logra trasmitir con rigor y eficacia.

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