El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 2 de marzo de 2025

El hilo rojo



Dirección: Daniela Goggi.

Guión: Alejandro Montiel, Daniela Goggi y Mili Roque Pitt.

Música: Sebastián Escofet.

Fotografía: Sol Lopatín.

Reparto: Eugenia Suárez, Benjamín Vicuña, Hugo Silva, Guillermina Valdés. 

Manuel (Benjamín Vicuña) conoce a la hermosa auxiliar de vuelo Abril (Eugenia Suárez) durante un vuelo y el flechazo entre ambos es inmediato. Sin embargo, un imprevisto los separa durante siete años.

Tercera película de la directora Daniela Goggi, El hilo rojo (2016) es un drama romántico que con el título, que hace referencia a una leyenda china que viene a decir que las almas gemelas están unidas por una fuerza invisible que superará cualquier obstáculo, ya nos indica por dónde van los tiros.

Se trata del amor que une a Manuel y Abril desde el mismo momento en que se conocen y que hará que cuando se vuelvan a encontrar les lleve a reanudar su pasión, por encima de todo: familia, deber, conciencia.

El tema en sí, aunque puede que muy visto, no deja de ofrecer muchas posibilidades, pues el amor es quizá el motor más importante en la vida. Pero el problema de El hilo rojo es que la directora parece más preocupada por ofrecernos una serie de hermosas postales y recrearse en la incuestionable belleza de Eugenia Suárez que en profundizar en un tema apasionante.

El resultado es que como historia de amor, El hilo rojo es demasiado pobre y superficial. Más bien nos está hablando del deseo, de una atracción entre los protagonistas que resulta comprensible, pero no llega a profundizar en los personajes, de manera que nunca llegamos a sentir ese amor que los arrastra. Es algo que resulta evidente en unos diálogos que se quedan en lo evidente, pero que no nos dicen mucho acerca de Manuel y Abril, más que rasgos genéricos. Y si no nos enamoramos como espectadores de los protagonistas, el mensaje no llega, el drama se queda en las apariencias y todo resulta superficial y algo vacío.

La evidencia más clara de lo mal planteado que está el guión es que los amantes jamás llegan a contagiarnos esa pasión ni el sufrimiento que les produce. Estás viendo un drama que busca ser intenso y te quedas casi indiferente

En cambio, la directora demuestra su buen gusto por ambientar la historia con una fotografía preciosa y lugares de postal. Pero eso precisamente, unido a la falta de profundidad, le da a la película un aspecto de telefilm muy poco interesante.

Y si el desarrollo de la historia de amor de Manuel y Abril resulta superficial, el final es decididamente torpe y hasta incongruente. La única salida lógica después de todo lo visto era el ver a los protagonistas juntos, confirmando la leyenda del hilo rojo que acaba venciendo cualquier obstáculo. Lo que nos ofrece Daniela Goggi es un truco sensiblero que busca contentar a todos dejando el final abierto, pero que en realidad va en contra de lo que pretendía contarnos la película.

Así pues, El hilo rojo es una película pobre en cuanto a mensaje y contenido. Un film demasiado superficial que solo destaca por la estética y los protagonistas, cuya química es evidente, y que resultan lo más convincente de la historia.

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