El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El coleccionista de huesos



Una nueva muestra de ese subgénero de cine policíaco con el psicópata de turno haciendo cafradas, cuanto más asquerosas parece que mejor. Pero hasta para este tipo de films se requiere un poquito de esfuerzo. No vale cualquier cosa.

Un asesino psicópata va dejando pistas en sus crímenes para que la policía intente anticiparse, si puede, a sus movimientos. Pero solamente Lincoln Rhyme (Denzel Washington), un policía que ha quedado paralítico a causa de un accidente, parece capaz de descifrarlas. Con la ayuda de una joven policía con grandes dotes para la investigación, Amelia Donaghy (Angelina Jolie), Lincoln busca la manera de poder detener tantas muertes.

El coleccionista de huesos (Phillip Noyce, 1999) se situa en la estela de Seven (David Fincher, 1995) intentando, seguramente, aprovecharse de la fama de ésta y del morbo que rodea a este tipo de películas. El problema es que Seven tenía un buen argumento, un diseño de los protagonistas completo, una buena puesta en escena y cierta originalidad, además de conseguir ir un paso más allá de la mera trama criminal. Pero El coleccionista de huesos es un film vacío, sin nada nuevo que ofrecer.

La trama es más que previsible, de manera que el único interés, a los cinco minutos de comenzar la película, es saber sencillamente quién será el asesino y el porqué de sus macabros asesinatos. Poca cosa para mantener el interés a lo largo de toda la película. Porque ni el desarrollo ni los personajes ni las tramas secundarias (el capitán de policía idiota que entorpece las investigaciones sin mucho sentido) consiguen captar nuestro interés. Es todo demasiado previsible, demasiado vulgar, todo está muy visto, como la relación de los protagonistas, que comienzan bastante mal para terminar siendo uña y carne. La verdad es que la película es un cúmulo de tópicos mal añadidos y los personajes protagonistas no acaban de convencernos ni de lejos.

Ello hace que, conforme vamos comprendiendo que todo el film no es más que un vulgar montaje sin nada nuevo que ofrecernos, paulatinamente nos vayamos desentendiendo de la trama y sólo nos quede el remoto consuelo de poder tener un final un tanto aceptable. Pero como era de esperar, el final es casi lo peor de todo: el asesino da la impresión que hubiera podido ser cualquiera, pues su elección carece de lógica, de justificación y hasta de interés. Para colmo, al final se comporta como un atolondrado a quién un paralítico le pega una paliza que casi lo mata; ¡increíble! Y por si este final no fuera suficiente, el guión aún nos depara la traca final con reconciliación familiar incluida. Pero como ni sabíamos el motivo del distanciamiento del protagonista con su hermana, el encuentro final de ambos nos deja del todo indiferentes.

En definitiva, un pobre guión para una película previsible, absurda y tópica. Ni el tirón de la pareja protagonista, Denzel Washington y Angelina Jolie, que no transmiten mucha química entre ellos, por cierto, es capaz de salvar tamaña tontería.

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