El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 1 de febrero de 2011

Muerte en el Nilo





Dirección: John Guillermin.
Guión: Anthony Shaffer (Novela: Agatha Christie).
Música: Nino Rota.
Fotografía: Jack Cardiff.
Reparto: Peter Ustinov, Bette Davis, Mia Farrow, David Niven, Angela Lansbury, Jane Birkin, George Kennedy, Jack Warden, Lois Chiles, Maggie Smith, Olivia Hussey, Simon MacCorkindale.

Nueva adaptación de una novela de Agatha Christie, Muerte en el Nilo (1978) responde a aquella tendencia de los años setenta de recurrir a repartos repletos de nombres conocidos como reclamo para llenar las salas. Los resultados de tal política no fueron, en general, todo lo brillantes que hubiera sido deseable.

Una rica heredera, Linnet Ridgeway (Lois Chiles), y su joven esposo Simon Doyle (Simon MacCorkindale) están disfrutando de su luna de miel en Egipto. Hasta allí los ha seguido la anterior novia de Simon, Jacqueline de Bellefort (Mia Farrow), que acusa a Linnet de robarle el novio. La pareja emprende un crucero por el Nilo pensando que han logrado despistar a Jacqueline. Sin embargo, en el barco se encontrarán con otros muchos pasajeros que también parecen tener cuentas pendientes con Linnet.

Sin duda, las películas policíacas tienen un atractivo particular que reside en la intriga, en nuestro esfuerzo por intentar desvelar el misterio al tiempo que el detective que lleva la investigación. Y los films que se basan en las populares novelas de Agatha Christie suelen tener una buena dosis de intriga. Luego, invariablemente, la trama suele dejarnos un sabor agridulce, pues sigue unas pautas de sobra conocidas, suele ser un poco tramposa y, además, la calidad final de las películas no suele ser muy buena.

En este caso, Muerte en el Nilo es una obra bastante digna y no se limita a filmar sin más siguiendo el hilo argumental de la novela, sino que se aprecia un esfuerzo en construir un relato sólido, bien edificado, y no un mero ejercicio rutinario al servicio exclusivo de la intriga. Trabajo que hemos de agradecer al guionista Anthony Shaffer, que supo adaptar la novela a las exigencias cinematográficas y a la época en que se filmaba un relato original de 1937. Además de aligerar la trama de personajes secundarios, Shaffer también tuvo el buen criterio de suavizar el tratamiento que se daba en la novela al personaje del comunista o de evitar el tema colonial, sin duda poco apropiado en 1978.

Junto a este esfuerzo a la hora de trabajar el guión, la película también cuida con cierto esmero el tema de los decorados, la fotografía, la puesta en escena, el vestuario (ganador del oscar) o la presentación de los personajes, tomándose el director su tiempo para que no aparezcan de un modo demasiado mecánico.

Sin embargo, Muerte en el Nilo destaca especialmente en el tema del reparto. En primer lugar, el personaje de Poirot ya no lo interpreta Albert Finney, el anterior detective de Asesinato en el Orient Express (Sidney Lumet, 1974), que no soportaba trabajar con tanto calor, sino Peter Ustinov. La verdad es que salimos ganando con el cambio. Ustinov es un Poirot menos empalagoso y exagerado y su composición es mucho más realista y apropiada. A su lado, destacar la presencia de una anciana Bette Davis, pero aún con una presencia fuerte, y toda una serie de buenos actores como David Niven, Mia Farrow, Angela Lansbury o George Kennedy.

En cuanto a la trama del asesinato en sí, verdadero eje y motor de la historia, hay que señalar, por un lado, que la resolución de los crímenes ocupa menos metraje del esperado y, tal vez, ello supone una pequeña decepción. Quizá el tema no daba mucho más de sí y es verdad que, de esta manera, la película resulta más ágil, sin demasiados tiempos muertos en cuanto tiene lugar el primer asesinato. Por otro lado, la resolución del caso parece producirse de repente, a golpe de genial inspiración de Poirot, sin que necesite acumular demasiados datos. Sin embargo, en favor de la trama hay que decir que resulta muy ingeniosa pero sin que por ello nos defraude o nos sintamos especialmente engañados. La solución es satisfactoria y, además, el final resulta bastante impactante, con lo que supone un digno colofón a la historia, hecho éste fundamental para no tirar por tierra todo el despliegue anterior y para que terminemos razonablemente satisfechos con la película.

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