El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 29 de junio de 2011

Operación Dragón




Dirección: Robert Clouse.
Guión: Michael Allin.
Música: Lalo Schifrin.
Fotografía: Gil Hubbs.
Reparto: Bruce Lee, John Saxon, Ahna Capri, Bob Wall, Shih Kien, Jim Kelly, Angela Mao, Betty Chung.

Película mítica en la historia del género, Operación Dragón (1973) lanzó al estrellato a su protagonista, Bruce Lee, que murió repentinamente antes del estreno de la misma, y puso de moda durante un par de décadas no solo el cine de artes marciales, sino la práctica de las mismas, algo que dura aún a día de hoy.

Lee (Bruce Lee), un experto luchador, es invitado a participar en un torneo organizado por el misterioso señor Han (Kien Shih) en su isla particular, del que se tienen pruebas de que trafica con drogas. Lee acude a la isla para intentar reunir las pruebas necesarias para poder detener a Han. Pero además, Lee descubre que los secuaces de Han están detrás también de la muerte de su hermana.

Está claro que el argumento de Operación Dragón no es su punto fuerte. La historia de un villano megalómano que vive al margen de la ley la hemos visto en infinidad de películas, por ejemplo en las del ciclo de James Bond esta idea se repite hasta la saciedad. También el tema de la venganza personal es de lo más visto. Pero para una película de este género, el guión no se ha dejado del todo de lado y al menos se ha buscado arropar el apartado de las peleas, centro neurálgico de la película. Y aquí es donde entra de lleno la figura de su protagonista, Bruce Lee. Lo que supuso este hombre para la historia del género y para el mundo de las artes marciales en general es incuestionable. Hay un antes y un después de Bruce Lee y casi cuarenta años después de su muerte, su figura siendo indiscutible, inimitable e inigualable.

Su fama como actor de películas de artes marciales en Hong Kong motivó que la Warnes Bros se decidiera a hacer un film con él. La desgracia de la muerte de Lee al poco de finalizar el rodaje le añadió al film la aureola de legendario y convirtió al actor en un mito.

La verdad es que cuando uno ve actuar y, sobre todo, pelear a Bruce Lee, comprende de inmediato el motivo de su éxito y la pervivencia de su legado. Lee era un luchador excepcional y eso lo trasmite en sus películas. Hay una sensación de autenticidad en sus peleas que hace que, aún sabiendo que se trata de una película, nos olvidemos con frecuencia que estamos ante una coreografía. La fuerza real de Operación Dragón reside en esa poderosa presencia de Lee, en su carisma, su fuerza y su excelente trabajo como actor, algo que  no siempre se menciona.

Pero además, Operación Dragón cuenta con otros méritos que sería imperdonable no mencionar. Si bien la estrella indiscutible es Bruce Lee, el resto del reparto resulta bastante atractivo, empezando por el malvado de turno, interpretado con gran intensidad por Kien Shih, que le da un grado de sadismo y crueldad que lo convierten en verdaderamente odioso y temible. John Saxon y Jim Kelly también están muy bien en su papel, así como los secuaces de Han, en especial Bolo Yeung, un coloso espectacular con una presencia aterradora.

Y no quiero olvidarme del director, cuyo trabajo es, en líneas generales, muy meritorio. Con frecuencia, en este tipo de películas de lucha y de bajo presupuesto, pues Operación Dragón costó en su momento unos modestos 850.000 dólares, el director se limita a rodar de manera un tanto mecánica y siempre al servicio de la acción. Clouse, en este caso, realiza un ejercicio notable, buscando los mejores encuadres, supliendo las carencias con imaginación (el mejor ejemplo es la escena del banquete, que magnifica a base de planos cerrados, algunos filmando a los comensales desde atrás, para disimular lo mejor posible la escasez de elementos) y procurando aportar su granito de arena en cuanto a ritmo y tensión. Las escenas de lucha son punto y aparte: aquí también intervino Bruce Lee para planificarlas y el resultado es una puesta escena espectacular, llena de ritmo, intensidad y dramatismo, a pesar de no mostrar explícitamente los momentos más crueles.

Incluso para aquellos a los que este género no les resulte especialmente atractivo, recomiendo ver esta película encarecidamente, no sólo por sus valores intrínsecos, que son muchos, sino por su valor histórico y su repercusión en el cine. Para muchos es la mejor película de artes marciales jamás filmada; sin entrar en esas valoraciones, lo que está claro es que sí que es la que más repercusión y trascendencia ha tenido. Y es además una oportunidad única de disfrutar de una de las mejores interpretaciones de Bruce Lee en la pantalla.

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