El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 18 de septiembre de 2011

American Graffiti



American Graffiti (George Lucas, 1973) es la primera película de George Lucas; con ella rinde un pequeño homenaje a su propia adolesdencia en un pueblo de California. Producida nada menos que por Francis Ford Coppola, protector de Lucas, la película, impregnada de nostalgia, se rodó en muy pocos días y tuvo un éxito considerable, con recaudaciones millonarias, lo que le abrió las puertas al director para su siguiente proyecto, La guerra de las galaxias (1976).

Curt (Richard Dreyfuss) y su amigo Steve (Ron Howard) están a punto de abandonar su pueblo rumbo al Este, a la universidad. Mientras Steve está encantado con esa perspectiva, Curt se muestra más indeciso y piensa seriamente si quedarse un año más en el instituto. Durante la que promete ser su última noche en la ciudad, junto a otros amigos de su edad, ambos vivirán diversas experiencias que influirán profundamente en sus planes de futuro.

American Graffiti narra el momento crucial en la vida de cualquier adolescente, cuando tiene lugar el paso definitivo a la edad adulta. Se trata de una historia con muchos elementos autobiográficos por parte de George Lucas, director y también co-guionista del film. La acción transcurre en el año 1962 y nos presenta a una juventud de clase media, despreocupada y alegre, la generación inmediatamente anterior al Vietnam y la psicodelia. Unos jóvenes que se pasan la noche recorriendo en coche la calle principal en busca de chicas y diversión, una costumbre muy habitual en  Modesto, cuidad natal de Lucas, y San Rafael, pueblos en donde se rodó la película.

Quizá lo más destable del film sean el reparto y la banda sonora. El primero por contar con un grupo de muy buenos jóvenes actores, algunos de los cuales llegarían a ser estrellas de cierto renombre, como Richard Dreyfuss, Ron Howard (con los años reconvertido en director, por ejemplo de Una mente maravillosa o Apolo XIII), Paul Le Mat, Charles Martin Smith, Harrison Ford, Joe Spano, Bo Hopkins, Kathleen Quinlan o Suzanne Somers. Como curiosidad, también figura en el reparto el hijo de Tarzán, Johnny Weissmuller Jr.

En cuanto a la banda sonora, reune temas muy conocidos de los 50 y los 60, de artistas legendarios como Chuck Berry, Buddy Holly o grupos como The Beach Boys o The Platters. Todo un repaso de los temas de moda de aquellos años visto desde el prisma nostálgico y condescendiente de Lucas. Porque quizá el pero que se le puede poner a la película es que nos muestra un mundo que no nos parece del todo real. La visión que nos ofrece Lucas es de una sociedad casi perfecta donde, a pesar de los conflictos, prevalecen las buenas intenciones y la nobleza de las personas. Lucas elude el drama y, sin tratarse realmente de una comedia, el tono de la historia es blandito. Los adolescentes, con las hormonas por las nubes, sabrán, llegado el momento, comportarse como deben.

También American Graffiti sufre por el paso de los años. Posee el encanto de la ambientación, en especial por los bonitos coches que pueblan la cinta y, naturalmente, el encanto de la banda sonora. Pero el conjunto parece un tanto simplón, avejentado. El retrato, un tanto superficial, que hace de la juventud de aquellos años nos parece hoy en día cuando menos muy curioso.

El otro pero que se le puede poner es que la historia en realidad carece de verdadera tensión. La primera media hora de la película la pasé esperando que la trama arrancara, hasta que uno se da cuenta que la historia es toda así: tranquila, cotidiana y un tanto falta de nervio. Lucas no logra mantener un ritmo constante, la trama va transcurriendo sin que nos atrape realmente, si bien conforme va avanzando la película se va volviendo más interesante, pero sin alcanzar nunca cotas excepcionales.

Dentro de las muchas historias que recorren la película y de la variedad de personajes, yo me quedaría con Carol (Mackenzie Philips), la niña pequeña que le empaquetan al ligón John (Paul Le Mat), y que resulta ser el personaje más alegre, fresco y divertido de todos y que brinda las mejores escenas de la película. La relación que va naciendo entre ambos es de lo mejor de la película. American Graffiti también cuenta con otras bonitas escenas, como cuando Curt intenta abrir su taquilla del instituto y descubre que ya ha cambiado la clave el nuevo dueño o los intentos del inseguro Terry por conseguir una botella de whisky.

A pesar de todo, el film tuvo una gran acogida en su estreno y recibió nada menos que cinco nominaciones a los Oscars: mejor película, mejor director, mejor guión, mejor actriz secundaria (Candy Clark) y mejor montaje. Pero lo realmente importante es que American Graffiti marcará tendencia y será el modelo que seguirán algunas series televisivas de adolescentes, además de dar lugar a una continuación, Más American Graffiti (Bill L. Norton, 1979) de poco éxito.

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