El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Alien, el octavo pasajero



Dirección: Ridley Scott.
Guión: Dan O'Bannon.
Música: Jerry Goldsmith.
Fotografía: Dereck Vanlint y Denys Ayling.
Reparto: Sigourney Weaver, John Hurt, Yaphet Kotto, Tom Skerritt, Veronica Cartwright, Harry Dean Stanton, Ian Holm.

Vaya por delante que el del terror es uno de los géneros que menos me gustan, junto al musical; y sin embargo, Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) forma parte del club de mis películas favoritas siendo como es uno de los mejores films del cine de terror de todos los tiempos. Estamos delante de una obra de arte de principio a fin que no podemos perdernos por nada del mundo.

En su viaje de regreso a la Tierra, la nave comercial USCSS Nostromo recibe un mensaje de origen desconocido proveniente de un planeta cercano. El ordenador central de la nave, "Madre", varía el rumbo y despierta a los siete tripulantes para que investiguen lo que parece ser una especie de SOS.

Alien, el octavo pasajero podría verse como la respuesta adulta a la saga de La Guerra de las galaxias, que tan de moda había puesto el tema de los universos lejanos. Ridley Scott se mete en ese universo, pero para rodar una historia que mezcla el terror y la ciencia ficción de manera prodigiosa, creando un relato absolutamente soberbio.

Muchos son los aciertos de este film. De hecho, es una obra perfecta a la que es imposible encontrarle un pero. Lo mejor será ir por partes.

La historia en sí es muy sencilla y se ha visto en muchas obras anteriores, como por ejemplo en la novela Los diez negritos de Agatha Christie. Unas personas encerradas en un sitio concreto, sin escapatoria posible, son atacadas por un enemigo superior. El gran mérito del guión de Dan O´Bannon es potenciar el dramatismo de la situación enfrentando a seres humanos contra una máquina de matar perfecta, indestructible e impacable, sin sentimientos, sin dudas y sin miedos. La contraposición entre la tripulación y esa bestia está perfectamente tratada y crea en los espectadores una angustiosa sensación de impotencia y pánico.

Para que esta sencilla pero terrorífica historia funcione hace falta una puesta en escena eficaz y aquí es donde Alien, el octavo pasajero lo borda. En primer lugar, con una ambientación sobresaliente, jugando con los espacios cerrados, con las luces y sombras amenazadoras, con esa mezcla de texturas: el metal del alien y de los pasillos de la nave en alternancia con la viscosidad que desprende el monstruo y el sudor y la sangre. Ridley Scott consigue una atmósfera realmente opresiva, claustrofóbica, y tremendamente eficaz. No es fácil lograr tal grado de realismo partiendo de maquetas, estudios y tramoyas que recrean algo inexistente y hacer que en ningún momento nos sintamos extraños "paseando" por las entrañas de esa nave. Y otro de los aciertos plenos de la película es que apenas se muestra al alien, con lo que nuestra espectación sigue siempre intacta, esperando poder ver en algún momento a la bestia. Sin duda, este pequeño detalle es uno de los mayores aciertos de la película, al estilo de las primeras películas en las que se sugería más que se mostraba. Una tendencia que se fue dejando de lado con el paso del tiempo al pensarse, equivocadamente, que es mejor enseñarlo siempre todo.

La estética general de la película debe mucho al mundo del arte. De hecho, el alien fue diseñado por el pintor surrealista suizo H.R. Giger, que también diseñó aspectos visuales de las naves. La película cuenta con una ambientación perfecta y algunos decorados son realmente obras de arte en sí mismos, como el set del piloto alienígena muerto donde aparecen los huevos de los aliens. Para la nave Nostromo se creó un decorado claustrofóbico de pequeños pasillos dándole un acertado aire de viejo, de usado. Si a todo ésto le añadimos una fotografía espectacular, tenemos una de las películas con mejor ambientación de la historia y que, por cierto, me recuerda en este aspecto a otra maravilla de Ridley Scott como es Blade Runner (1982), con una atmósfera igualmente perfecta.

Si visualmente y técnicamente la película es sencillamente perfecta, el reparto está al mismo nivel. No se trata de grandes estrellas, pero su trabajo es impecable, y para Sigourney Weaver (Ripley) este papel le supuso el salto directo a la fama, convirtiéndose en una estrella de la noche a la mañana. A su lado tenemos actores tan buenos como John Hurt (Kane), un portento, o Yaphet Kotto (Parker), veterano secundario con una presencia notable. Menos conocidos eran Veronica Cartwright (Lambert), si bien trabajó siendo una niña en la mítica Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963), o el genial Ian Holm (Ash), componiendo un inquietante y flemático científico. Completan el reducido y selecto reparto Tom Skerritt (Dallas) y Harry Dean Stanton (Brett), el inolvidable Travis de Paris, Texas (Win Wenders, 1984).

Además, el hecho de que los actores no fueran estrellas de primer nivel juega a favor de la historia. Si en el reparto tuviéramos a una estrella, ello nos crearía unas espectativas en relación a su protagonismo, pensaríamos que no iba a morir, que vencería al enemigo... Todo eso desaparece con este reparto. Nos encontramos sin referencias, sin ideas preconcebidas y el resultado es una historia que nos engancha por completo y ante la que no sabemos anticiparnos. Al hilo de todo ésto, recordar que uno de los grandes aciertos de Hitchcock en Psicosis (1960) fue el "matar" a la protagonista. Janet Leigh, a las primeras de cambio, con el consiguiente desconcierto de los espectadores.

El film ganó merecidamente un Oscar por los efectos visuales y fue nominada también en el apartado de mejor dirección artística. Gran éxito de crítica y taquilla, Alien, el octavo pasajero dio pie a toda una legión de secuelas, y no sólo en el mundo del cine. Surgieron videojuegos, juguetes y comics inspirados en ella, además de algunas películas más: Aliens (James Cameron, 1986), Alien 3 (David Fincher, 1992), Alien resurrection (Jean-Pierre Jeunet, 1997), Alien vs. Predator (Paul W.S. Anderson, 2004) o Alien vs. Predator: Requiem (Colin y Greg Strause, 2007). Ni que decir tiene que ninguna se acercó de lejos al nivel de la original, llegando a caer a niveles de interés mínimos en las últimas secuelas o precuelas, como son conocidas las dos películas con el Predator.

A título anecdótico, señalar que en la escena en que aparece el alien por primera vez los actores desconocían lo que iba a suceder. Fue un truco del director para conseguir unas expresiones de sorpresa totalmente auténticas. Hay un personaje más en la película, pero no se le ve: se trata de Bolaji Badejo, el estudiande nigeriano de dos metros de altura que se metía dentro del alien adulto para moverlo. Dentro de las muchas escenas y planos legendarios de la película, como podría ser la ya citada primera aparición del monstruo, una imagen que ha pasado a la historia es la de Sigourney Weaver en camiseta y bragas, la imagen misma de la indefensión, enfrentándose como última superviviente al alien.

Sin duda, esta es una de las mejores películas del género. Una obra maestra que me atrevería a incluir en ese reducido club de películas imprescindibles en la historia del cine.

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